A pesar de que, como es reconocido mundialmente, el Periodismo le hace un aporte vital a la democracia y al funcionamiento de la sociedad, también se sabe que es víctima constante de amenazas, intimidaciones, agresiones, persecuciones, acosos judiciales e intentos de censura como cuando se aplica la tenaza económica pretendiendo silenciar el cubrimiento periodístico libre y responsable, con lo que se perjudica no solo al medio sino a las comunidades que de él se benefician.
Esto último, la presión indebida a través de la pauta publicitaria, equivocadamente fue lo que pensaron en la CEO que sería para ellos la mejor herramienta para que los directivos de Proclama del Cauca violaran su código de conducta y cedieran a la pretensión de poner el medio de comunicación a su servicio, en contra de la libertad de expresión y el derecho a la información que tienen las comunidades.
Obviamente, la gerencia y dirección de la red Proclama del Cauca y Valle, sin temor a perder la pauta publicitaria, desecharon las sutiles pretensiones iniciales de la Oficina Jurídica de la CEO sobre el trabajo periodístico del caricaturista Pete. Perdimos la pauta.
Es ampliamente conocido por los periodistas y los medios, que existen distintas formas de afectar ilegítimamente la libertad de expresión, desde el extremo de la supresión radical de la pauta hasta mecanismos menos evidentes, más sutiles y sofisticados de censura previa, como conceder la pauta bajo condiciones inmateriales aceptadas tácitamente entre los contratantes, en el sentido de someter el medio a los intereses excluyentes de la empresa que hace la supuesta inversión. Así se actúa, infortunadamente, en varios sectores del Cauca y quienes hemos recibido pauta de la CEO esperábamos que llegara la hora de la exigencia, para responder como lo estamos haciendo.
Precisamente eso fue lo que rechazó Proclama del Cauca ayer, y en consecuencia, tenemos que decirle a la Compañía Energética de Occidente, CEO, como lo expresamos en la conversación con la jurídica de ese organismo comercial, que Proclama del Cauca y Valle no se doblegará ante la tenaza económica en tiempos de Coronavirus, así los periodistas y administrativos hubiéramos tenido que reformar y adecuar el ejercicio normal de nuestro trabajo ante la emergencia social y económica. Por eso, se nos hace más grave la pretendida, e inoportuna, censura de CEO sobre este medio de comunicación.
Es más, en esta temporada de aislamiento social y económico, cuando el periodismo independiente se ha visto seriamente afectado y pide ayuda urgente a los gobiernos nacional y territoriales, tenemos que decir, con profesionalismo, pero con sensibilidad social, que se equivocaron porque las armas intimidatorias se estrellan torpemente contra la integridad moral, la conducta honesta, la orientación independiente, la línea editorial e informativa de Proclama del Cauca.
Somos un periódico con una larga trayectoria de persecuciones implacables, pero con un respaldo enorme de opinión pública, y preferimos esto último al arrodillamiento pasajero por un dinero servido en la mesa. No vendemos, no hipotecamos, no cedemos nuestra conciencia ni nuestra dignidad a cambio de un puñado de billetes. Esto no está dentro de nuestros presupuestos. ¡Sobre eso nadie tiene derecho a equivocarse!
En fin, como estamos en el Cauca, la CEO debería haber entendido que habría podido ser mucho más respetable y respetada si no aplicara retaliaciones en intentos estériles de controlar la libertad de expresión, porque si hay medios y periodistas que en su desesperación pudieran aceptar las presiones económicas indebidas, con Proclama se equivocaron.
Obviamente, cada empresa o entidad es dueña de hacer con su dinero lo que a bien le venga (aunque con las limitaciones que impone manejar recursos públicos) y que la CEO está en su derecho de poner o de quitar anuncios en los medios de comunicación porque debieran responder a la conveniencia como empresa anunciante, pero otra cosa es aberrante: emplear la pauta para comprometer y someter la ética de los medios de comunicación.
Allá cada quien, pero esta es una advertencia pública sobre los riesgos y peligros en los que estamos cayendo cuando los ordenadores del gasto, de una manera torpe y resentida, vengativa y despótica, deciden castigar a la prensa. Hoy, y ayer, fuimos nosotros, quién sabe quiénes serán mañana los que decidan conservar la ética y la responsabilidad en el ejercicio del Periodismo.
