“El ala más violenta de la oligarquía colombiana ha incrementado su poder, capitales, tierras e influencia política, a partir del fracaso de los acuerdos de paz de los últimos 60 años. Partimos de que un movimiento nacional mayoritario en favor de la paz completa y definitiva aún está por construirse. Allí radica el meollo del asunto. ¿Cómo romper el consenso mayoritario de las fuerzas de extrema derecha que se han opuesto históricamente a la paz y que además hoy gobiernan la nación? Esa es la pregunta que hay que resolver”. Más claro no canta el gallo en la madrugada.
Precisamente la historia está demostrando que la continuación de la guerra en un país de ciudades donde el 70% de la población es urbana, es un error histórico de marca mayor, máxime en las condiciones actuales de desarrollo de la tecnología moderna, por lo cual el único camino que le queda a los sectores progresistas y democráticos es la construcción de un movimiento de masas en las grandes ciudades para desplegar las formas de lucha que imponga la correlación de fuerzas políticas en un momento determinado. Sin abocar la construcción de este nuevo movimiento es imposible soñar con el poder para las mayorías populares de Colombia
Por eso lo más importante de la coyuntura es la conformación de la coalición electoral Colombia Humana-Unión Patriótica para las elecciones del 27 de octubre; es decir, el comienzo de la construcción de ese gran movimiento nacional mayoritario en favor de la paz completa y definitiva, para ir rompiendo ese consenso mayoritario de las fuerzas de extrema derecha que se han opuesto históricamente a la paz y que hoy gobiernan la nación.
La trascendencia de este nueva coalición electoral está en su permanencia, estabilidad, desarrollo y ampliación hacia unos nuevos integrantes democráticos, como ya se está viendo en muchos municipios del país donde se llegó a la confección de una lista única al concejo municipal con el Polo Democrático, la Farc, Mais, y sectores del Partido Verde, lo que en la práctica está demostrando que sí se puede empezar con un paso concreto como el de una sola lista, que además tiene una significación muy importante como que se trata de conquistar posiciones en el poder local, y regional, que es como el primer paso fundamental para ir construyendo el frente amplio por la paz y la democracia en este país
Obviamente es un proceso que aspiramos a que no se detenga después del 27 de octubre, sino que continúe adelante con la convergencia democrática agitando los problemas más sentidos de las comunidades y movilizando a la opinión hacia el cumplimiento de las promesas electorales de los candidatos electos en la jornada del 27 de octubre.
En Medellín el problema que tenemos que resolver es la división de la izquierda y de los sectores progresistas frente al candidato para la alcaldía municipal; dicho en otras palabras, la lista unitaria para concejo no ha logrado hasta ahora un candidato único para Alcaldía, lo que dificulta enormemente profundizar y ampliar la unidad frente a la opinión pública, que se confunde y se desorienta con una sola lista para consejo pero con varios candidatos a la alcaldía.
Frente a los candidatos de Colombia Humana-Unión Patriótica y del Polo Democrático se debería considerar la posibilidad de llegar a un acuerdo para presentar una sola candidatura con posibilidades de poder, porque de lo que se trata en estas elecciones es impedir el regreso de sectores guerreristas a la alcaldía de Medellín; las demás diferencias programáticas se pueden posponer temporalmente, si tenemos en cuenta que lo principal para la ciudad, para el departamento y para el país, es tener un alcalde que esté alimentando la concertación, los diálogos y los acuerdos de paz, no solamente para los guerrilleros desarmados y desmovilizados, con los planes de desarrollo con enfoque territorial, sino también con proyectos y programas para las comunidades excluidas y marginadas en Medellín
No basta con ser la ciudad más emprendedora e innovadora del mundo si tenemos en cuenta los 530 asesinatos en lo que va corrido de este año, una inequidad y una injusticia que separa a grandes conglomerados humanos condenados a la pobreza y la miseria, a la guerra entre combos de narcotraficantes y a la violencia intrafamiliar; donde la inseguridad, el desempleo, la falta de oportunidades para la educación superior y la contaminación ambiental, están catalogadas como las necesidades más sentidas, urgentes y apremiantes de la ciudadanía.
Obviamente se trata de elegir combinando dos paradigmas: el desarrollo de la infraestructura para el turismo y los negocios, y el desarrollo para la ciudadanía, la inclusión, la democracia y la paz, y en este planteamiento los sectores progresistas no pueden equivocarse con el argumento de la pureza revolucionaria; la gran contradicción electoral del momento está planteada entre una ciudad incluyente y democrática, o una ciudad para los negocios de la guerra, y en esta encrucijada el movimiento popular no puede equivocarse en el análisis de la correlación de fuerzas.
Lo esencial de la campaña para alcaldía es desmontar el mito del “mesías”, vencer las emociones negativas creadas con la mentira, el miedo y las tergiversaciones de la verdad: “la ciudad se la va a tomar el castrochavismo”, como dijo el comandante mayor cuando Petro apoyó a Daniel Quintero.
Por lo tanto los sectores democráticos no pueden equivocarse esperando una correlación favorable para tener un alcalde inmaculado, sino que tienen que aprovechar el momento para hacer avanzar el proceso de paz, que es el eslabón fundamental que va arrastrar la cadena del desarrollo político democrático del país.
Por eso la propuesta es que los candidatos del Polo y de Colombia Humana-UP depongan sus intereses individuales y partidistas y traten de llegar a un acuerdo sobre la base de un programa mínimo fundamental: paz, democracia, seguridad, educación y construcción de ciudadanía.
Sería un paso adelante muy grande porque se estaría reafirmando el consenso de la unidad no solo con la lista unitaria para el concejo municipal sino también para la alcaldía de la segunda ciudad del país, además de que un candidato unitario y democrático con perspectivas de poder podría arrastrar muchos votos para lista de candidatos al concejo municipal, donde las fuerzas progresistas tienen que crecer y desarrollarse para poder despertar la simpatía y la participación de amplios sectores populares de la ciudad.
Tenemos la esperanza de que en esta semana se concrete el acuerdo para que la capital de la montaña se convierta en protagonista de primera línea en construcción de paz, ciudadanía y democracia.