La relación hombre-animal tiene profundas contradicciones. Y dicen que el segundo carece de la condición humana, la inteligencia. Posiblemente ello podría revaluarse, si se analizan ciertas conductas de unos y otros. Por ejemplo en medio de su nobleza, el perro puede cometer su mayor torpeza. Siempre defenderá a su amo, a pesar de todo. Por ello dicen que el perro es el más noble de los animales, mientras el hombre el más animal de los innobles.
Schopenhauer lo dijo alguna vez: ‘La conmiseración con los animales está íntimamente ligada con la bondad de carácter, de tal suerte que se puede afirmar seguro que quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona. Una compasión por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura de la conducta moral’.
Hace más de 100 años Thomas Edison, lanzó una alerta que hoy más que nunca cobra vigencia. ‘La no violencia lleva a la más alta ética, lo cual es la meta de la evolución. Hasta que no cesemos de dañar a otros seres vivos, somos aún salvajes’. Pero en pleno tercer milenio, los animales se han domesticado, amaestrado y aconductado hasta el punto de parecerse más al hombre, según la historia del poeta mexicano Guillermo Aguirre (autor de El brindis del bohemio).
Aguirre nos demuestra a continuación, en el siguiente vídeo, lo que sucedería en un debate electoral cuando los propios animales deben elegir a su gobernante. Es una lección que nos demuestra que seguimos en las mismas y que al igual que estos animales, vamos a elegir de presidente a nuestro propio verdugo, salvo un radical giro en nuestra condición humana, que evite favorecer a nuestros ‘enemigos’ y clavarnos el puñal. Posiblemente aun estemos a tiempo, ahora que andamos orondos de elecciones, con festivas campañas de publicidad sugestiva y tal vez más manipuladoras, con fuertes intereses ocultos.
Aquí está la historia de la ‘Elección de los animales’, con su gran moraleja:
https://www.youtube.com/watch?v=rmxW0yOn6PA&feature=youtu.be