Han empezado a circular, desde las redes sociales de líderes del Centro Democrático, burdos videos de personas encapuchadas que, con lenguaje militar, piden a los civiles que destruyan todo lo que a su paso puedan en las movilizaciones del paro el 21 de noviembre. Entre otros, el derrotado candidato de ese partido a la alcaldía de Medellín, Alfredo Ramos, siguiendo la tradición de los amigos y aliados de su padre y de su jefe político, llama a los ciudadanos de esa ciudad a organizarse (¿En Autodefensa?) para salvar el Metro, amenazado, según ellos, por la horda que destruirá el país ese día.
Duque anda en los rines de popularidad, sin mayorías para repetir la aprobación de la Ley de (des) Financiamiento, incapaz de parar la orden de detención de Álvaro Uribe, que cada día y cada columna de Daniel Coronell la hace más cercana o la posible condena de su hermano Santiago Uribe. También embolatado ante la imposibilidad de sacar de la cárcel a Andrés Felipe Arias con un vergonzoso proyecto de ley del Congreso. Ahora todas, son, según él, noticias falsas de la prensa liberal y los dinosaurios sindicales o los políticos mamertos que se aprovechan de la ceguera de los estudiantes engañados y claro, señalan a los infiltrados venezolanos y cubanos. Extraña coincidencia, lo mismo dice Lenín Moreno, Piñera y Bolsonaro. Parecen libretos del mismo escritor.
Volvamos a las razones. Los reclamos de los maestros, de los estudiantes, de los transportadores, de los campesinos, de los indígenas, de los trabajadores y de la ciudadanía descontenta son justos y legítimos. Los muertos en el Cauca existen. Los líderes sociales asesinados existen. El boicoteo al proceso de paz existe. Las niñas bombardeadas existieron. Son hechos. Las propuestas de reformas laboral y pensional están radicadas en el Congreso de la República por representantes del partido de gobierno. El incumplimiento a los maestros, a los estudiantes y a vastos sectores del sindicalismo colombiano son evidentes. Las iniciativas de vender Ecopetrol, Cenit, ISA y de hacer un holding financiero para lanzarlo el próximo 24 de noviembre no son inventos nuestros, son anuncios hechos por este gobierno corporativo.
La intención de restringir la protesta social tampoco es invento nuestro. Es una iniciativa del gobierno del Centro Democrático. La violencia desmesurada del Esmad contra la protesta no es un invento nuestro, ahí están los heridos y los infiltrados de la policía que sabotean la movilización estudiantil. Y todo lo que ha hecho el uribismo en su vida política no es una creación fantasiosa de quienes saldremos al paro, ahí están las nefastas decisiones de recortar derechos laborales, pensionales, de privatización de empresas públicas y la desindustrialización del país, ahí están las sentencias judiciales y la indagatoria al senador Uribe y su aboganster.
El uribismo ha salido a desmentir los motivos que convocan al paro. Ahora según ellos, no hay iniciativas de vender Ecopetrol, ISA, ni de hacer reformas laborales y pensionales para seguir jodiéndonos a los trabajadores. Según ellos los motivos nos lo hemos inventado. No señores uribistas, no ha sido un invento. Todo lo que decimos está sustentado en hechos, entrevistas, proyectos de ley, discursos, está en el Plan de Desarrollo, no tapen el sol con un dedo.
Cuando el Centro Democrático convoca manifestaciones
son ejercicios democráticos,
pero cuando los hacemos nosotros, somos vándalos y terroristas
Ahora dicen que detrás de nosotros están anarquistas internacionales. Que somos mercenarios del Foro de Sao Paulo, de Maduro, de los Castro, de Correa y Evo, tras mentirosos nos creen estúpidos. Cuando el Centro Democrático convoca manifestaciones son ejercicios democráticos, pero cuando somos nosotros los que lo hacemos somos vándalos y terroristas. Ya el cuento del castrochavismo se les acabó y tienen que buscarse otro para aterrar a la ciudadanía.
Y claro, toda esta movilización tiene un motivo político. La desigualdad, la pobreza, el desempleo, el desgobierno, la profundización de la guerra, la grave desfavorabilidad popular y la desconexión del presidente con la realidad, el contexto latinoamericano de movilización por la democracia. Todo es político. Este es un gobierno que sigue al pie de la letra lo que dice el Luis Carlos Sarmiento, el Consejo Gremial, el Fondo Monetario Internacional y el gobierno ultraconversador norteamericano y por eso reclamamos autodeterminación, soberanía, justicia y democracia.
Y cada uno, quizá individualmente, por miedo, por rabia, por indignación, tendremos motivos para decirle al uribismo que ya no más. Para decirle a este gobierno que no lo queremos. Por unas u otras razones, salgamos el 21 de noviembre a la calle. Hagamos el paro, el mitin, la huelga, la protesta, el plantón, la marcha. Tenemos que hacernos sentir. De las redes a las calles. Sin Vacilar.
ADENDA: Al momento de escribir esta columna, el domingo 10, Evo Morales ha sido derrocado con un golpe de estado, camuflado de sugerencia, por los comandantes de las Fuerzas Armadas de Bolivia. Esperemos que este martes esté vivo y no haya sido linchado.