Hoy Azerbaiyán tiene un liderazgo mundial impresionante: preside el Movimiento de Países No Alineados y es el anfitrión-organizador de la próxima Cumbre Mundial del Clima COP29. Ese prestigio logrado por los azerbaiyanos es fruto de una estela de éxitos alcanzados a partir de su independencia de aquella URSS.
Llegar a ser el Azerbaiyán actual les costó esfuerzos y sacrificios inmensos. Es que al pueblo azerí crecer, así de impresionante, ha sido toda una odisea. Dos guerras enfrentando a sus vecinos armenios; sumándose el haber sufrido masacres como el genocidio de Jóyali, a finales de febrero del 1992, en el Karabaj azerbaiyano.
Par de años antes, el 20 de Enero del año 90, en Bakú -capital de Azerbaiyán- centenares fueron víctimas de las balas comunistas acabando con vidas inocentes. Soldados soviéticos, mandados por Gorbachov, ¡mataron!, cruelmente, a gente que sólo quería ser libres, independientes, vivir en paz.
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El otrora imperio de los soviets se desintegraba y en el Cáucaso se necesitaba, era vital, romper con aquel nefasto gobierno centralista impositor que yacía en Moscú.
Los azerbaiyanos tenían que salvarse, en medio de una economía caótica que empujaba a un suicido social. Así, el pueblo azerí, decididos a sobrevivir y crecer, sin miedos, salieron a las calles exigiendo independencia.
Los soldados soviéticos usaron tanques para aplastar a civiles indefensos y dispararon contra hombres, mujeres, niños, atacando indiscriminadamente a las ambulancias, enfermeras, médicos, hospitales; crímenes reportados por Human Rights Watch.
Ese “Enero Negro” fue una operación militar deliberada contra el pueblo azerbaiyano, fríamente calculada, pretendiendo aplastar a la gente de Bakú.
A pesar de tantas muertes, de la mucha sangre derramada, el pueblo azerbaiyano logró su anhelada independencia.
Invencibles, resurgieron, reinventándose, incansables, logrando triunfos, éxitos, que les llevaron a ser considerados un país potencia mundial, solidario con toda la humanidad.
