Frente al por qué Tumaco ha sido hostigado por la guerra se pueden encontrar razones estructurales y estratégicas. Las estructurales hacen referencia al olvido estatal, aislamiento, debilidad institucional, pobreza y corrupción, temas que requieren más espacio para la reflexión. En esta oportunidad se identificarán las condiciones estratégicas del conflicto.
Tumaco cuenta con 199.659 habitantes (según la proyección del DANE) y se encuentra localizado entre la llanura del Pacífico y el Piedemonte de la cordillera occidental, contando con una superficie de 17.299 kms. Es un municipio fronterizo, con el Ecuador, situación que ha sido utilizada por los actores ilegales para el ejercicio de actividades como es el narcotráfico, tránsito, abastecimiento, contrabando y comercio de armas.
Su complejidad territorial y su ubicación estratégica como puerto lo convirtió en el municipio de mayor producción de coca de Colombia, con 6.611 hectáreas que representan el 13,7% de toda la coca sembrada en el país. Estas particularidades, aunado con el abandono y el aislamiento nacional, se empeoran por la falta de alternativas económicas, cuestión que obliga a su población a ingresar a la economía ilegal para subsistir. Esto genera las condiciones sociales y económicas para que los grupos ilegales penetren y se apoderen de estas comunidades, en donde los más afectados son los menores de edad, quienes se convierten en los peones de la guerra. En el 2012 se publicó un informe titulado Niños de Tumaco, carne de varios cañones, por parte del portal Verdad Abierta, en donde se mostró que guerrilleros de las Farc e integrantes de los rastrojos “levantan” a dos o tres adolescentes por semana para engrosar sus filas.
Con la política de seguridad democrática del expresidente Uribe el despliegue de las Farc tuvo como concentración las zonas de fronteras y la costa pacífica nariñense, territorios que antes del año 2000 no evidenciaba los rigores del conflicto. Ahora, Tumaco y la costa de Nariño se han transformado en el epicentro del conflicto. Un conflicto que se ha vuelto más una guerra contra la población que una entre bandos, con actos de guerra que violan las normas mínimas de respeto de la población civil.
Además, la estrategia de guerra de las Farc ha cambiado, por lo menos en dos aspectos: se han verificado alianzas o acuerdos con las bandas criminales frente a las zonas de control, y en las acciones militares adelantadas sus actores ya no hacen uso de las prendas militares que los permita distinguir de la población civil. Esta es una cuestión que les posibilita confundirse con la comunidad y dificulta la captura por parte de las autoridades. Finalmente, en la zona rural las Farc políticamente han logrado captar el inconformismo por el abandono estatal y así ganar adeptos en ciertas poblaciones con el fin de ir construyendo la fase del posconflicto.
En conclusión, la dinámica de la guerra agravó las condiciones de orden público en la periferia (territorios olvidados) en donde su ubicación y las condiciones sociales facilitan la continuidad del conflicto. Particularmente la perla de Pacífico se convirtió en la joya de la confrontación y la demostración de la supuesta fuerza guerrillera. Sin embargo, las Farc no entendieron que el poderío no solo se demuestra con las acciones armadas, sino con la principal fuerza que es la aceptación por parte de la sociedad. Elemento que perdieron desde hace tiempos. Perder la aceptación de la comunidad significa perder la guerra.
Artículo publicado en pagina10.com