Fue en el festival de cine de Santafé de Antioquia del 2003, cuando la vi por primera vez. Yo acomodaba en un destartalado stand la última edición de la revista de cine que editaba junto a mi amigo Nelson Cárdenas, cuando el mundo se detuvo y un brillo empezó a encandilar mi mirada. Era ella, vestida de blanco, con la piel tersa y unos ojos claros de color indefinible. El lugar se vio invadido por el olor a rosas que destilaba su pelo . Creí en algún momento que éramos testigos de una aparición divina, que allí frente a nosotros la Virgen María había descendido para enviarle un mensaje a la humanidad y que yo me convertiría en uno de esos pastorcillos fanáticos que terminaban, casi siempre, bajo las enaguas de un obispo, pero que va, a la Inmaculada Concepción no le interesan los festivales de cine. La criatura que no era de este mundo se acercó ojeó una revista y después la volvió a dejar en su sitio. Me dijo cualquier palabra y yo respondí con torpeza y afán, pensando sólo en una cosa, obnubilado por su presencia, muerto de amor en el acto: Si tiene rostro la belleza debe ser muy parecida a la cara de Margarita Rosa de Francisco.
Sin embargo para esta tímida caleña de 48 años, su belleza muchas veces se le ha convertido en un karma. Hija de Gerardo De Francisco, un polifacético intelectual valluno que ha hecho con su vida lo que ha querido, ha actuado, ha construido casas y que supo inculcarle a su hija el amor que le profesa a la música (Gerardo fundó en 1954 el reconocido trío Calima) , Margarita Rosa siempre ha luchado para que no se le identifique sólo por su espectacular físico sino por su talento. Es por eso que uno de los papeles que más ha sabido apreciar es el de La Ranga, la alcohólica, avejentada, amargada y despiadada madre de Paraíso Travel. Quedaría tan prendada de ese personaje creado por Simon Brand que en el 2013 decidió revivirlo en un cortometraje dirigido por su actual novio, Will Van Der Vlugt, un reconocido realizador de comerciales y que ella misma musicalizó. El trabajo fue presentado con éxito en el Teatro Heredia en el marco del festival de cine de Cartagena.
A esta mujer que es capaz de echarle sal hasta a una sandía no la trasnocha el cuento de ser hermosa. Ella tiene claro que lo que hace eterno a un artista es su talento y es por eso que no le preocupa en lo más mínimo envejecer “Me están saliendo arrugas, canas, de todo; pero me siento tan contenta con mi edad, que no añoro absolutamente nada de la juventud. Físicamente me siento muy bien”. Si todavía se ve así, como si fuera una aparición divina, no es porque se haya sometido a la sangrienta tiranía del quirófano sino al intenso ejercicio físico que hace a diario y a una estricta dieta “Muchas proteína, vegetales, y cuando estoy comiendo carbohidratos, no les mezclo grasa. Y todo esto es para estar así como si hubieran aspirado la grasa del cuerpo, así y quedar solo con el musculito ahí bacano”.
En un principio sus padres querían que fuera bailarina, pero el ballet lo único que le sirvió fue para torcerse los dedos los pies que ella asegura “Son horribles” y generarle un problema de columna que a punta de terapias y ejercicio fue corregido a tiempo. Su mamá, Merceditas Baquero, ex reina de Colombia, estaba empecinada en que Margarita, con esa cara tan hermosa, tenía que ser una estrella de la televisión. Su primera aparición en la pantalla chica fue en un comercial de Máquinas Erguín en donde aparecía muy chiquitica y con el pelo alborotadísimo. En 1984 fue elegida como la mejor modelo del país y un año después quedaría Segunda en el Reinado de Cartagena . No tengo que saber quién fue la ganadora para afirmar que el resultado fue injusto: Nadie puede ser más hermoso que Margarita Rosa. Va y representa al país en Londres, en Miss Mundo y ya empieza a sentir el cansancio que puede derivar el ser una reina. Eso definitivamente no es para ella, pero aprovecha estar en la capital inglesa para estudiar francés y portugués, idiomas que maneja a la perfección.
Regresa a su tierra un año después y acepta la propuesta de Julio César Luna de protagonizar la telenovela Gallito Ramírez. El país no podía creer que una reina pudiera actuar, hasta el momento no se había comprobado que pudieran tener cerebro, pero Margarita vendría a romper con ese paradigma. Los colombianos nos rendimos a los pies de la niña Mencha y sin medirnos le entregamos nuestro amor. Pero hubo un hecho que inmortalizaría esta telenovela: el romance que surgió en plena grabación entre Carlos Vives y la ex virreina. “Yo a él ya lo había visto en Tiempo sin huella, una lata que daban al mediodía y que casi nadie vio. Después lo vi en El faraón y empecé a enamorarme platónicamente de él”. Margarita vendría a conocer personalmente a su futuro esposo en un DC-100, justo en los atrabiliarios días en que estaba sumergida en el reinado “Carlos se quitaba y se ponía unas gafas de sol... Era que yo no le quitaba el ojo. Cuando se acabó el asunto le comenté a mi hermana que qué tal el ataque de belleza tan terrible de Carlos Vives”. Pero esa impresión de que carlitos era un pedante se disiparía en los ensayos de Gallito Ramírez y en 1988, complaciendo la necesidad de un país agonizante de creer en cuentos de hadas, el príncipe y la reina se casan para separarse unos pocos meses después.
Por supuesto que para los colombianos, siempre proclives a la misoginia, ella fue la mala de la película. Desde ese momento comenzó a tejerse una historia negra alrededor de la otrora amada niña mencha. Claro, ella no era como todas las reinas de belleza. Su inteligencia e independencia asustaban a la opinión pública. Eso de salir a decir que ella nunca iba a tener hijos y que no pretendía convertirse en una estrellita más, aterrorizaba a un país que pensaba que las mujeres ejemplares deberían ser virginales y puras como Nelly Moreno. Su impresionante aparición en Los pecados de Inés de Hinojosa en donde aparecía dándose un beso con Amparo Grisales, en una de las escenas más sexys de la historia de nuestra pacata televisión, encendió las alarmas de los camanduleros y le dio la razón a todos ellos que afirmaban que Margarita Rosa era una degenerada.
De lesbiana y drogadicta no bajaban a la ahora presentadora de noticias. La presión hizo que decidiera aceptar las propuestas que le llegaban de España en dónde participaría en Brigada Especial. Allí la polémica volvió a acompañarla. En Colombia no podían aceptar que una de sus rostros más representativos se prestara para actuar en una serie que “degradaba al país”. Fue acusada de “Traición a la patria” como si la culpa del narcotráfico y de la idolatría que sentimos acá por personajes nefastos como Pablo Escobar, fueran de Margarita Rosa. Pero ella, con su valentía y profesionalismo, se devolvió al albañal en 1994 y marcaría una época interpretando a Gaviota, el inmortal personaje creado por Fernando Gaitán. Allí alcanzaría algo que desde muy niña había soñado: ser una reconocida cantante. Todo el país quería escuchar el soundtrack de Café, todos menos Margarita Rosa “Cuando pasa lo de Café con aroma de mujer, porque incluso la canción, cuando la grabé era solamente para el cabezote de la telenovela, yo jamás pensé que eso iba a ser un disco y que después iba tener que ir a conciertos y a otras cosas. Yo quería ser cantante pero esta no era la forma que me había imaginado. Entonces, Gaviota era un personaje con un éxito tremendo, pero Margarita, lo que yo era, estaba detrás de todo. Ahí me empecé a marear” Para una amante de Elis Regina y Billy Holliday era un poco hipócrita pararse a cantar todas esas rancheras que ella tanto detestaba. Si para conseguir fama como cantante debía traicionarse a sí misma, lo mejor era cerrar esa puerta e intentar ser consecuente con sus propios demonios.
Y entonces vemos como se reinventa encarnando a la Illona que habíamos soñado desde que leímos la novela de Álvaro Mutis y con apenas 32 años interpreta a una Madre madura y sufrida para luego volver a ser la mujer de nuestros sueños más libidinosos en La caponera. Nunca un camaleón fue más hermoso.
Ella puede hacer lo que quiera y cualquier decisión será la correcta. En los últimos años ha decidido tomarse las cosas con calma. Ahora quiere gastarse todo su sueldo en libros, tener el tiempo para leerse Los hermanos Karamazov y El idiota de Dostoievski y terminar por fin La guerra y la paz. Tiene una amiga antropóloga que le recomienda ladrillos como "La filosofía perenne", de Aldous Huxley que no sabe si acabará algún día.
De ahora en adelante hará solamente lo que disfruta, lo que le dará placer. El desafío es una de esas cosas. En el 2012 había dicho que no volvería a hacerlo pero el año pasado se retractó cuando supo que sería en África. “Ese continente tiene una energía que te inspira, que te llena” La gente que concursó en el exigente reality afirma que ella es capaz de dormir en una estera, bajo el calor más inclemente, que no le pone pero a nada y que se la pasa siempre de buen humor. Un buen humor que no se rompió ni siquiera con los piojos que le prendieron hace unos años mientras grababa Del amor y otros demonios “Me peinaron con el cepillo que habían peinado a los extras” dijo divertida esta mujer a la que no le costó ningún trabajo cortar a rape su preciosa cabellera y que escribió al respecto con su habitual desparpajo en su columna de la revista Ellas "los piojos, fascinados con mi abundancia desde el primer momento, decidieron que yo era el lugar ideal para establecerse y reproducirse así como les gusta a ellos, en segundos y por millones".
A Margarita todavía la detesta mucha gente, sobre todo los santurrones de la derecha. Su cuenta de Twitter y su blog despiertan ronchas. Hace unos meses el exsenador Pablo Victoria (@PabloVictoriaW) twitteó que Margarita Rosa era "un pésimo ejemplo para la juventud colombiana, sus posiciones libertinas e irreverentes no forman... deforman", Margarita, divertida, retwiteó el mensaje. En su blog y sus trinos deja claro que es una libertaria, una mujer que ama la paz y no cree en la guerra. Ahora, en esta coyuntura política, la actriz hará algo por primera vez: votará. En el día de ayer justamente trinó lo siguiente “Será pedirle al diablo que entre y me ayude a escoger”, poco después dejó claro que sus afectos no están con Zuluaga al afirmar con humor negro que “Si gana la ultraderecha, en lugar de la paloma de la paz que pongan de una vez un gallinazo”.
Su consecuencia política y artística la convierte en uno de los pocos íconos televisivos de los cuales no sentimos vergüenza. Es refrescante encender la televisión y ver que ella está allí, como si fuera un ángel, una criatura celestial a la que le encanta gritar un madrazo cada vez que su torpeza la lleva a golpearse uno de esos dedos en los pies que ella dice que son horribles pero que nosotros dudamos seriamente.
Y no le creemos porque todo en ella es hermoso, nada de ella es de este mundo.