¿Por qué tanto silencio, ministra Cabello?

¿Por qué tanto silencio, ministra Cabello?

"Los momentos de crisis no llegan para destruir, sino para construir, sobre todo aquellos que son profundos y que de alguna manera son trascendentales"

Por: MARIA CAMILA OSORIO CASTILLA
abril 23, 2020
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¿Por qué tanto silencio, ministra Cabello?

Ministra, con respeto me permito dirigirme a usted para manifestarle lo siguiente:

Quisiera decir un par de cosas ante su silencio inminente, que hoy resuena en los oídos de más de 120 mil privados de la libertad, sobre todo después de lo que sucedió el 21, 22 y 23 de marzo en los diferentes establecimientos carcelarios y penitenciarios del país, sucesos enmarcados como un intento de fuga, desviando una vez más la verdadera intención de las manifestaciones realizadas por los privados de la libertad, con la que pretendían llamar la atención de los entes encargados ante la crisis sanitaria por la que atraviesa no solo Colombia sino el mundo entero.

Como este, muchos han sido los intentos fallidos de parte de los PPL (Personas Privadas de la Libertad) por ser escuchados, por buscar que el gobierno y los diferentes entes cumplan su trabajo y pasen con lupa a leer entrelíneas lo que realmente está sucediendo dentro de las diferentes cárceles del país.

Yo, siendo una ciudadana del común, pensaba que el hecho de que mi mamá llegara ese día de octubre a la Cárcel Buen Pastor de la ciudad de Bogotá era una de las peores tragedias que iba a vivir en mi vida. Sin embargo, hoy en día agradezco tal momento, quizá con dolor por las condiciones en las que mi mamá y miles de mujeres que se encuentran allí viven día a día para sobrevivir. Pese a ello, tengo una gratitud infinita con la vida por permitirme a través de esta experiencia conocer la miseria, la dignidad, la misericordia, la compasión, la impotencia, el perdón, el odio, la rabia, la ira, el dolor, la necesidad, la falta de empatía, la plenitud y la felicidad infinita. También, por conocer a hijos, familias, vecinas, madres, tías, sobrinas, amigas, hermanas, abuelas, guardias, abogados y mujeres de carne y hueso que hoy están privadas de la libertad (muchas con la frente en alto y aceptando sus errores y faltas, otras por una mala jugada del destino y unas tantas que ni siquiera han sido juzgadas ni condenadas).

En mi opinión, lo que más valoro de todo esto fue que conocí a seres humanos, seres que están pidiendo al Estado y a usted que revise la política criminal en Colombia, no por mérito de la crisis del estado de emergencia ni por el COVID-19, porque, como bien sabe, esto es algo que se está solicitando desde hace más de 10 años.

Todavía no entendemos su silencio ante las denuncias, ante el uso excesivo de la fuerza por parte de la guardia del Inpec, ante la falta de garantías para los PPL, ante la vulneración de sus derechos. El Inpec, por su parte, también viene siendo víctima de la situación, en su gran mayoría son actores secundarios del sistema que no hacen más que seguir ordenes, ordenes que proviene de un sistema en detrimento. Son guardias, sí, pero también son seres humanos, seres humanos que no han recibido las directrices apropiadas para manejar el tratamiento penitenciario y carcelario, y quienes se encuentran lejos de hacer cumplir la verdadera función de la pena.

Ministra, después de escuchar su intervención en la comisión primera del Senado, en donde expuso los alcances del decreto que ampara la crisis sanitaria, la invito a que tenga en consideración los siguientes puntos, muchos de ellos fueron tocados por los senadores, pero siendo sincera, su tono de voz y actitud deja mucho que desear ante este momento, en donde la justicia en nuestro país puede dar un cambio radical, reinventándose para tener en cuenta los puntos que usted dejó en claro: hacinamiento, la salud y la reclamación social, siendo este último debatible en el sentido de que el mismo gobierno y los entes administradores de justicia, se han encargado de que la sociedad entienda que la''pena, condena y prisión'' son sinónimo de venganza y que en lugar de juzgar, los ciudadanos podemos estar contribuyendo a que los recién llegados a la sociedad (pospenados) puedan orientarse a la construcción de un proyecto de vida desarrollado en pro del individuo, su familia y la sociedad.

Usted sostiene que el decreto debe encaminarse hacia el principio de la humanidad, entendemos que tener en cuenta todos los delitos sería un error, sin embargo, no está demás hacer un examen sobre el fenómeno de la reincidencia en Colombia. Si bien, sabemos que un porcentaje alto de las personas que reciben beneficios tales como la prisión domiciliaria, tienden a reincidir o incluso a cometer nuevos delitos, pero podría decir que no se han tomado el trabajo de entender el origen y la razón de esta situación, simplemente se han encargado de hablar y de analizar las cifras o centrar su atención en las noticias amarillistas donde una persona es capturada y al momento de revisar sus antecedentes, se encuentran con que es reincidente en el delito y tiene todo un historial, ¿Por qué? ¿El tratamiento penitenciario sirve? ¿Es entonces momento de reevaluar la política criminal en Colombia? ¿Cree usted que las condiciones de las cárceles en Colombia pueden propiciar el cumplimiento de una condena dignamente y la resocialización del condenado?

Usted habla de la excarcelación de privados de la libertad para poder darle manejo al momento de crisis, pero no se ha hablado de que las leyes en Colombia se quedaron cortas ante la función de la pena y ante la realidad del país. ¿La conducta punible?

Dentro de la comisión primera del Senado, escuché hablar a un senador sobre el sistema de salud, le puedo decir que estuve casi dos años y medio peleando con la EPS y prepagada para que atendieran a mi mamá en una de las múltiples emergencias que presentó dentro de la cárcel y nunca fue posible. Hoy agradezco a Dios porque muchas de sus patologías nos han dado tregua y no ha pasado a mayores, lastimosamente esta no ha sido la misma suerte que han corrido mujeres que se encuentran con patologías terminales en este centro de reclusión.

Otro de los puntos a tocar es el trámite para que los privados de la libertad salgan a citas médicas, además de que el procedimiento es absurdo debido a que en muchas ocasiones no se puede premeditar una enfermedad ni los síntomas, los privados de la libertad no son llevados, sin importar la gravedad de la enfermedad, según el Inpec porque no hay guardia, no hay carro o simplemente porque el encargado de agendar dichas salidas no está en disposición. Conocí de primera mano casos de mujeres que llevan meses solicitando e intentando que las lleven a citas médicas porque padecen graves enfermedades y la respuesta ha sido negativa por las razones que antes le menciono.

La invito, ministra, a que se empape de los verdaderos problemas que acaparan hoy los centros carcelarios y penitenciarios del país. Por ejemplo, le puedo dar fe que en dos años y medio he presenciado lo siguiente:

Los privados de la libertad que se encuentran en grave estado de salud, personas que son insulinodependientes, cuando piden permiso a la guardia para salir a sanidad buscando que les proporcionen sus medicamentos, la guardia no los deja salir porque están sometidos al estado de ánimo de la guardia de turno.

Por otro lado, la forma indiscriminada en la que hacen las llamadas ''raquetas'' que en lugar de buscar celulares, armas o drogas, aprovechan ese momento para romper, dañar, botar los enseres que constituyen el mínimo vital de los privados de la libertad.

Hablemos de las demoras que se presentan en los actos administrativos y judiciales dentro de la cárcel. En estos momentos muchos privados de la libertad dependen de que las oficinas jurídicas de las cárceles envíen los papeles o documentos requeridos por el sistema judicial para solucionar su situación jurídica. Y generalmente dichas oficinas jurídicas y quienes trabajan allí cobran por hacer dichos trámites cuando es su trabajo y su deber. Lo mismo ocurre con los cambios de fase, esto es todo un negocio.

Ahora, los horarios en los que entregan los alimentos a los internos, el estado en el que se encuentra dicha comida o de las veces en que no se les da porque el restaurante en muchas cárceles no cumple con los requerimientos mínimos de sanidad y es sellado por la Secretaría de Salud.

Sí, quizá no estén los recursos para renovar las cárceles o quizá sea mejor negocio invertir en un hospital o en un colegio, pero precisamente por esta razón la invitamos a revisar la política criminal en Colombia y el sistema penitenciario y carcelario, los planes de resocialización y en general todo el sistema judicial. Si existiera un efectivo manejo del sistema y se tuviera como cúspide en la pirámide la resocialización de los privados de la libertad y no por el contrario, la especialización del individuo en el delito, no hubiese necesidad de construir tantos centros nuevos de reclusión ni tampoco existiría el nivel de hacinamiento que se vive hoy en día, en donde por una celda para 3 personas, conviven 10.

Las condiciones internas de celdas, de tramos, baños y demás sitios dentro de las cárceles es denigrante, hay patios en donde un baño (sanitario) es usado por 40 a 60 personas y en ocasiones no sirve. Hay goteras, las paredes están cuarteadas y llenas de grietas. En cualquier momento, Dios no lo quiera se derrumba un patio, una vez más las denuncias quedaron en papel y sin respuesta.

Las visitas que ha hecho la defensoría del pueblo, en donde se evidencia el maltrato al que somos sometidos los visitantes de los privados de la libertad por parte de la guardia y auxiliares. (Manosean la comida, cierta comida solo entra si el guardia está de buen genio, hacen botar a la basura la comida que en teoría no está permitida sin darle la opción a la persona de que la retire o saque del establecimiento). Si las familias les llevan esa cantidad de alimentos a los internos, es porque sabemos que la calidad de la comida que les proporcionan no es buena, pero por esto nos tenemos que ver sometidos a gritos e insultos por parte de la guardia. Incluso, nuestra entrada a la visita pende del genio del guardia de turno (no tienen en cuenta a los visitantes de la tercera edad o niños, el maltrato es a diestra y siniestra). En la requisa, al igual que en los otros filtros, los visitantes estamos sujetos al humor del guardia que nos revisa, cuando quieren se inventan nuevas reglas sin previo aviso.

Los baños que hay para la visita en la Cárcel Buen Pastor de Bogotá son un hueco, literalmente. Para limpiar los inodoros hay que hacer uso de una taza plástica y un tanque de agua o con lo que se encuentre a la mano.

Ahora bien, el maltrato verbal de la guardia hacia los privados de la libertad me deja sin palabras, a usted le parece lógico que los tratos que se escuchan en los pasillos por parte de la guardia hacia las internas sean ''zorra'', ''perra'', ''delincuente''.

Señora ministra, esto que le relato aquí es poco para los grandes problemas que amenazan el bienestar de la población privada de la libertad en Colombia. Le pido de corazón que examine las diferentes situaciones, soy consciente de que el sol no se puede tapar con un dedo y que todas estas situaciones no se pueden resolver de la noche a la mañana, pero este momento es el que estaba esperando el sistema judicial y el sistema penitenciario y carcelario en nuestro país, es momento del cambio, de reinventarse, estamos frente a una situación límite que se tiene que gestionar sin escudarse en la reclamación social, porque doy fe de que muchas personas que se encuentran privadas de la libertad están en la capacidad asumir responsabilidad frente a la sociedad y buscan compensar el daño causado por sus faltas. Lo que se busca es que los privados de la libertad cumplan su pena de manera digna.

Estoy segura de que esta crisis es para todos, no hay fronteras, no hay estratos sociales, no hay rangos, no hay barreras, no hay religiones, todos los seres humanos del mundo estamos involucrados, quizá unos más que otros, pero lo estamos. Los momentos de crisis no llegan para destruir, sino para construir, sobre todo aquellos que son profundos y que de alguna manera son trascendentales, pues terminan siendo una revolución y le aseguro que de las buenas.

Estamos frente a una situación que nos permite estar en la misma orilla, si algo tenemos en común en esta isla es el miedo a una enfermedad de la que no existen precedentes, no se trata de justicia, se trata de que todos somos vulnerables porque todos somos seres humanos, incluidos los que están privados de la libertad.

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