Bestias: no se le puede llamar de otra forma a aquellos quienes inmisericordemente atentan contra la integridad de un niño. Agresiones sexuales, asesinatos, tortura y secuestros son apenas algunas de las tantas formas en que se atropella el bienestar de la infancia en Colombia.
¿Qué nos pasa? ¿Por qué tanta maldad en contra de los niños? ¿Cuál es su pecado? ¿Cuál es su crimen?¿Cómo podemos siquiera pensar que vamos a salir de la violencia en la que por décadas hemos estado sumidos si los adultos del mañana son violentados miserablemente?
Las números hablan, nos muestran no solo las terroríficas cifras de niños abusados sexualmente en Colombia, sino de la desidia del aparato estatal para responder con contundencia ante este tipo de aberrantes conductas.
Por año, son miles y miles de casos reportados que chocan en contra de la indiferencia, de la altivez, de la frialdad que reposa en los edificios públicos de un Estado incapaz de darle protección a criaturas inocentes que desde temprana edad, les tocó conocer lo más bajo de la maldad que reposa en los seres humanos.
En los informes de Medicina Legal se expone que en el año 2021 fueron practicados 16.282 exámenes médicos legales por presunto delito sexual, en el 2022 la cifra aumentó, en ese espacio de tiempo se practicaron 19.570 exámenes, por otra lado en lo que respecta a solo homicidios, las cifras nos cuentan que en el 2021 fueron asesinados 508 infantes, y en 2022 la cifra es de 579 ¿No les dice nada?
Y como para completar este escenario macabro, se ha denunciado en una investigación liderada por parte de la periodista Alexandra Correa, la cual se tituló Instituciones a la medida de los victimarios de la niñez en Colombia, sobre la utilización por parte de funcionarios encargados de velar por la protección de los derechos de la niñez, de la teoría de Alienación Parental.
Esta teoría describe que uno de los progenitores utiliza a su hijo en contra del otro, con el argumento de que el menor viene siendo objeto de abuso sexual. No obstante, a pesar de ser un tema bastante delicado, no solo por las connotaciones que acarrea para el menor, sino por la problemática que se deriva de todo ello, es bastante preocupante su utilización en Colombia por cuanto los menores están quedando en manos de padres abusadores.
El uso de esta teoría, que parece proteger más al victimario que a la víctima, ha sido excluido del ordenamiento jurídico de varios países en el mundo por su inconveniencia para con la niñez. Por su parte, en nuestro país ha copado la atención al interior de la sociedad civil que propugna por la defensa de derechos de los menores, exigiendo no solo un debate, sino la exclusión en la aplicación al interior del Estado colombiano por parte de sus funcionarios.
Queremos y deseamos un país diferente, pero ciertamente no estamos haciendo nada para ello, nuestros niños, nuestro adultos del mañanam están siendo sacrificados por la perversidad de mentes siniestras, por la indiferencia del Estado y sus funcionarios.
Hago un llamado enérgico desde esta líneas a ser vigilantes de lo que acontece con la infancia en Colombia. Quizás en la comodidad de sus hogares sus niños estén protegidos, pero allá fuera hay muchos que demandan atención y protección, seamos los padres que la vida no les ha dado, seamos los guardianes de una infancia maltratada.
