“Son niches como nosotros de alegría siempre en el rostro. A ti mi Buenaventura con amor te lo dedicamos”. Esta canción del Grupo Niche invitó al reconocido director de cine norteamericano, Spike Lee, a fijarse en el puerto marítimo más importante sobre el océano Pacífico colombiano, hoy convertido desafortunadamente en el principal corredor del narcotráfico del continente, responsable de recibir el 60% del comercio legal del país (electrodomésticos, textiles, ropa, vehículos, etc.). En Buenaventura todavía hay barrios construidos sobre el agua en la zona de Baja Mar donde por estos días funcionan las llamadas "casas de pique"-centros de descuartizamiento de personas- adoptadas por las bandas criminales los Urabeños y La Empresa (disidencia de Los Rastrojos). El puerto además de movilizar más de 10 millones de toneladas al año de mercancías es el punto de encuentro de los micro carteles de Cauca, Nariño y la cordillera central; es el campo de batalla de las Bacrim (bandas criminales), los pequeños carteles y las Farc que se disputan el control del tráfico de la coca, la amapola y la marihuana.
A la entrada de algunas casas hechas en concreto y a medio terminar, reposan camionetas Audi último modelo que son la primera compra de esos jóvenes que lo único que aspiran es lucir el carro y la percha (ropa) –como dicen los porteños-, después de “coronar” su primer viaje de droga. Pescadores hambrientos y adolescentes que sueñan con ser Daddy Yankee son la carne de cañón de estos viajes millonarios; muchachos arriesgados que se embarcan en submarinos hechizos cargados de toneladas de cocaína con destino final Centroamérica, que como Elmar Rubian, vendedor de minutos, Alexander Mina, estudiante del Sena o las más de 250 personas asesinadas en los tres meses que van del 2014, ruedan sus cabezas sobre las playas de este puerto olvidado.
Ocultos bajo las olas contaminadas, los más osados de estos kamikazes conducen los rudimentarios narco submarinos durante varios días dentro de un espacio de dos metros que es lo que les queda después de empacar la cocaína, el combustible, los alimentos enlatados y el agua. Embarcaciones que llegan a avaluarse en 1.5 millones de dólares, que no cuentan siquiera con un baño pero que ahora se ha convertido en la manera más efectiva de transportar grandes cantidades de droga.
Pero quien le presentó todo este panorama a Spike Lee, fue el neoyorquino Josef Kubota Wladyka después de haber visitado Colombia por primer vez hace siete años. Kubota se encontró un pueblo de atardeceres rojos que huele a madera húmeda, algas y mar pero que está sepultando a su juventud en el narcotráfico. Sin embargo, el estadunidense no quiso hacer otra película que glorificara este negocio sino que mostrara las caras escondidas que se sacrifican todos los días. Se internó en la base naval de Málaga donde están los torpedos y narco submarinos confiscados por la Armada de Colombia y se fue a buscar a sus antiguos capitanes. Recorrió Tumaco, Buenaventura, las veredas de Cura, Barrio el Jardín y se sentó a escribir con el guionista Alan Blanco una historia que no vanagloria a Pablo Escobar sino que visibiliza los problemas de la región a través de una película para todas las audiencias del mundo.
“Manos Sucias” trata sobre un joven y un pescador que viajan cargados de droga hasta Panamá. A través de ellos se muestra cómo el desarrollo marítimo está arrasando con la pesca artesanal conduciendo a los nativos hacia la marginación. Un puerto en el que el narcotráfico termina por llenar el vacío de la falta de oportunidades convirtiendo a humildes pescadores en traficantes de droga. Jacobo y Delio los protagonistas de “Manos Sucias”, son el eslabón más pequeño del negocio de la droga. Ellos al igual que muchos en la vida real están atrapados en un laberinto que perpetua un negocio sangriento. Así como respondió un tumaqueño cuando Kubota le preguntó si veía el fin de esta crisis: "Sí ... pero sólo en mis sueños.". Las esperanzas son cada vez más remotas.
Esta producción hecha entre estadunidenses, chocoanos y vallunos tendrá actores colombianos. Regetoneros, raperos y salseros que entonarán canciones del género de moda, la salsa choque. Por la pantalla desfilaran negras con medidas perfectas, extensiones de pelo y jeans levanta cola porque la gente real es la base de este proyecto. No se va a glorificar la cocaína sino la cultura del Pacífico donde se come sancocho de pescado, encocado de jaiba y ceviche de camarón pero donde lastimosamente también se explotan niños y pescadores pobres.
“Manos Sucias” se rodó en medio de los manglares y de cara a los criminales que gobiernan en el Pacífico. Bajo la supervisión y el apoyo de Spike Lee, un director con más de 30 películas y dos nominaciones a los Óscar, esta película logró conseguir 55 mil de dólares en 30 días después de que su tráiler fuera colgado en la página Kickstarter, una plataforma que busca catapultar proyectos creativos. Es un voto de confianza en el Pacifico y su gente. Una película que así como Buenaventura y Caney invita a poner el ojo en este puerto de gente alegre que anestesia su realidad con música y baile.