Si bien las semillas del paro vienen desde muchos años atrás, en el 2019 cogieron más fuerza por los jóvenes que aguantan y resisten.
No es de ocultar cuáles fueron los detonantes para que fuéramos los jóvenes los que nos tomáramos las calles de Colombia y alzáramos la voz frente a un gobierno indolente y corrupto. Nosotros no comemos cuento y respondimos al llamado del gran Jaime Garzón, quien en 1998 dijo: "Si ustedes, los jóvenes, no toman las riendas de su país, nadie va a venir a salvárselo, nadie".
Es así cómo vemos que los jóvenes hacemos un alto y queremos tomar las riendas de nuestro país. Es que nos duelen nuestros muertos, nuestros heridos, nuestros mutilados, nuestros desaparecidos... Pero entendemos que tristemente para la gente eso es normal y la perfecta razón es que son "los vándalos, los desatados y los drogadictos". Sin embargo, no, no es así. Son hijos de madres y padres que los esperan, estudiantes, comerciantes y personas que luchan por un mejor país.
Son los jóvenes los que hoy salen a gritar, danzar, bailar, cantar, gritar arengas y realizar performances, muralismos, ollas comunitarias y mercados campesinos los que enloquecen a un gobierno, a un ministro, a un comandante, a unos gobernadores y a unos alcaldes... simplemente porque somos el pueblo. De verdad, tenemos que dejar de pensar en que debemos estar agradecidos por lo que hagan los políticos, esa es la gran falla, porque los que están en el congreso y demás son escogidos por el pueblo para servirle al pueblo, y no para que el pueblo se arrodille ante ellos.
Al 10 de julio iban en el país más de 80 muertos, más de 83 víctimas de abuso sexual, más de 4000 heridos, más de 1300 detenidos y más de 600 desaparecidos. ¿Dónde están? Aunque suenan escalofriantes estás cifras, es nuestra realidad. Todo por salir a decir no a las reformas, no a la violencia y no a oprimir una protesta pacífica. Por protestar nos están matando. Sin embargo, el ciudadano del común es apático a esto, simple y sencillamente porque en un país tan desigual dar tu opinión puede ser causal de despido laboral, de que tu familia esté en contra de ti o de que la gente te señale de desatado y vándalo.
La solución es seguir resistiendo y nosotros los jóvenes tenemos el aguante que no tienen los que perdieron la esperanza. No tenemos miedo a un gobierno opresor, liderado por un dictador enmascarado de buen samaritano y de víctima de su propia decisión de llegar al poder no habiendo administrado nada. Duque consiguió su cargo metiendo miedos a la juventud que se dejó engañar hace veinte años y que hoy en día aún sigue justificando el hecho de haber votado mal.
Pero esto no es para echar culpas sino para decir que los jóvenes nos tomamos el país y queremos cambios sí o sí, y no vamos a ceder un paso sin ser escuchados, sin tener soluciones.
A parar para avanzar, viva el paro nacional.