Entre 1810 y 1816, después de que Colombia por fin pudo lograr su independencia, se origina un conflicto guerrerista y jurídico entre federalistas y centralistas por la pugna del sistema político que debía regir a nuestra nación. Tan argüida fue la situación que España vuelva a retomar de algún modo el poder. Los hechos absurdos de la incapacidad de conciliar en esa época llevó a Camilo Torres a escribir una reflexión que título “La patria boba”, donde se refiere a los pormenores de ese conflicto. Hoy mucho tiempo después, en pleno siglo XXI, creo que en Colombia se puede hablar de democracia boba.
¿Por qué somos una democracia boba?
Primero, porque muchos colombianos nos hemos acostumbrado a ser espectadores simples de las peleas de nuestros líderes políticos. Desde hace ratico se crean bandos de peleas, Santos vs Uribe; Petro vs Uribe, Claudia López vs Duque, Robledo vs Petro, y la lista puede seguir. Y mientras, un gran porcentaje del país observa, y comentan en redes por quienes defienden con toda clase de improperios, donde se ve poco argumento. En el fondo sólo estamos pepeando sin son ni ton, si solucionar de manera profunda nada. Sólo pasa una pelea para esperar otra, y lo fundamental como país no se soluciona. Los ciudadanos debemos salir de ese coliseo romano en que nos ha metido la cultura democrática peleonera de nuestra nación, y ser más activos en realidad.
Segundo, hay colombianos que sólo observan desde su pasividad lo que reclama un pequeño puñado de ciudadanos valientes cuando salen a las calles. Las recientes protestas de cierre de año del 2019 lo demuestran. Ciudadanos que salimos a protestar entre buenas razones, muchas veces nos sentimos solos, y luego lo de siempre, se comienza a desdibujar los motivos de reclamos y volvemos a lo mismo: la pelea de bandos de quienes son verdaderos y falsos protestantes... Y luego pasa que entre ciudadanos, sin ser sensatos aun desde nuestra diferente forma de pensar, nos atacamos porque el uribismo es lo que necesita el país y la izquierda es mejor. Y el resto de la ciudadanía, que es una mayoría fuerte, desde Facebook e instagram, pasiva solo observa los enfrentamientos y opina, a veces, descontextualizadamente. Al final lo de fondo en el fondo.
Tercero, ¡la tapa! La fortaleza y continuidad de la corrupción nacional y regional en pleno desarrollo de la pandemia es inaudito. Algunos alcaldes y gobernadores oportunistas doblando y cuadriplicando precios en los mercados, los bancos recibiendo plata del Gobierno Nacional que no sabe hacia dónde se va realmente, Ingreso solidario con poca solidaridad, etcétera…etcétera. Todo esto parece una escena macondiana. Y nuestra democracia sigue así bobita…una buena niña recatada desde casa, sólo observando como los médicos no son protegidos ni respaldados más allá de los aplausos que en fin no son elementos de protección frente al Covid -19.
En suma, la democracia, que ahora está suspendida por causa del fantasma del nuevo coronavirus, está doblemente boba. Mi esperanza es que después de superar toda esta emergencia, uno de los cambios sociales y políticos que nos deje es que los ciudadanos seamos ciudadanos activos en un 99,9%. ¡Que nos vacunemos! Que por fin ya dejemos de ser espectadores pasivos de las peleas de funcionarios de alto y medio rango. Tengo la esperanza que seamos una ciudanía que esté por encima de Uribe y Petro; de la ultra-izquierda chupa sangre y la ultraderecha también chupa sangre. Espero que salgamos de casa con una actitud democrática para construir país desde las regiones donde el común denominador sea propender por la vida digna, la paz y el desarrollo social, económico y científico. ¡Por una democracia avispada!