Cada vez que muere un líder social, la oposición oportunista e irreflexiva (Roy Barrera, Petro, Cepeda & Asociados), los intelectuales con agenda (Fabián Sanabria), los analistas parcializados (Ariel Ávila), los jóvenes desinformados (vándalos y cia) y presidentes sin oficio y biliosos (Samper) cargan baterías contra el gobierno y señalan tácita o expresamente a Iván Duque de estar detrás de esos asesinatos. Y como esos actores ejercen una influencia mediática sobre un sector de la población, se va construyendo la narrativa de que el único a quien hay que llevar a la picota pública es al presidente. ¿Qué factores contribuyen a este facilista e injusto señalamiento?
Analicemos en primer lugar las razones históricas de por qué hay que echarle la culpa al gobierno:
1. En democracias peligrosamente inestables y en las dictaduras, la muerte de un líder político de oposición es siempre un “crimen de estado”. Y en las democracias formales se le atribuye al Estado esa culpa por su indiferencia moral y en la debilidad de su justicia.
2. Nuestro país ha sido señalado y condenado por crímenes de Estado.
Pues bien, esos dos puntos son visceralmente conocidos por los opositores rabiosos y los utilizan para activar su agenda partidista, toda vez que el estribillo (Duque/Asesino) produce réditos políticos y hasta económicos, como cuando un famoso colectivo de abogados manipuló testigos en la masacre de Mapiripán y tuvo que devolver setecientos millones de pesos al Estado (hoy nadie recuerda ese vergonzoso y pueril caso, el cual fue archivado en la memoria del olvido y en la indiferencia (también) moral de quienes solo ven al gobierno como único responsable.
Ahora, ¿quiénes son los que se aferran al síndrome de que el único culpable es Duque y nadie más?
1. Si usted no simpatiza con Duque, odia a Uribe y es enemigo uribista del gobierno, obviamente, compra esa teoría de manera ciega y la adopta como un feligrés de secta.
2. Si usted hace parte de la oposición irreflexiva, no solo divulga esa teoría, sino que la presenta como la única explicación válida y le mete más arandelas con el propósito de fortalecerla como prueba irrefutable.
3. Si usted anda por la vida despalomado y desinformado, creyendo todo lo que aparece en las redes sociales afines a la oposición, puede terminar afiliado a esa teoría de manera irremediable.
4. Si usted desconoce el complejo mundo de la delincuencia común, el dominio imperial del narcotráfico, la mano negra de las disidencias de las Farc, el conflicto de tierras en áreas neurálgicas, creerá que allí no hay nada de eso, sino que hay unos militares en contubernio con los paracos cometiendo esos crímenes con la indiferencia cómplice del presidente Duque.
Además de esas consideraciones, hay otros factores que abrazan los opinadores de buena fe y que provienen de los atajos heurísticos, cuyas decisiones se toman con base en la intuición, los prejuicios y la escasa o nula racionalidad que aplica una persona al procesar una información. Como dijo Daniel Kahneman, padre de la psicología conductista y Premio Nobel de Economía en 2002: “hay personas, que, creyendo aplicar la razón, hacen componendas mentales para suprimir las dudas que tanto les incomodan”.
Que un opositor sectario repita como fanático religioso que Duque y el gobierno son los culpables en la muerte de los líderes sociales es algo normal, pues no todas las veces la política es el arte de la racionalidad y la sensatez, también hay mucho veneno y falta de sentido común. El problema es que este razonamiento tiene un barniz encubridor, pues no todas las veces el culpable hay que buscarlo cuesta arriba sino en el laberinto oscuro de los conflictos que se cocinan en regiones donde el crimen impera.
Si bien es cierto que hubo casos de militares, narcotraficantes y paramilitares que se unieron para asesinar líderes sociales, políticos o personas incómodas a los intereses de la derecha, hoy sabemos, por boca de las mismas Farc, que la muerte de Álvaro Gómez y otros casos más fueron cometidos por ellos para desestabilizar al gobierno, pero para esa época le echaron la culpa al gobierno, ¡qué ironía!, a Samper, quien hoy le echa la culpa a Duque.
Cuando la ETA cometía espeluznantes atentados contra algunas personas y bienes en España, buscaban también desestabilizar y desmoralizar al gobierno, y recuerdo que el partido comunista, políticos con agenda y el cómplice partido vasco, independentista y socialista, el Batasuna, convencieron a un sector de la población de que los atentados se justificaban por la indolencia del gobierno con las comunidades autónomas. Tuvo que pasar un tiempo, para que la misma sociedad española rompiera ese maligno paradigma y pusiera los ojos en los verdaderos culpables, en la ETA.