No hay muchos periodistas que se animen a adentrarse en la Colombia profunda como Salud Hernández. La he visto con dengue, chikungunya, acribillada por zancudos, deshidratada por el sol, deshaciéndose en una gastroenteritis. No podemos estar en orillas más opuestas. Ella es una defensora a ultranza de las políticas de seguridad democrática de Uribe, yo creo en que el único camino es la salida negociada del conflicto. Sus columnas a veces son incendiarias y sus posiciones discutibles pero es coherente con su credo, es valiente y, sobre todo, honesta. Ha ayudado como nadie a las madres de Armero que buscan a sus hijos y es capaz de ir a una marcha en el Tarra, municipio del Catatumbo devastado por las incursiones de los Paras, del ELN y el EPL, para protestar por la desaparición, desde comienzos de mayo, de dos jóvenes en ese lugar.
Es domingo en la noche y las especulaciones se esparcen en la red. Todo apunta a que fue secuestrada por el ELN, nada se sabe. Se habla de una discusión en la plaza central del pueblo y de que les habían retenido a la periodista unas cámaras. La señal de internet es precaria Catatumbo adentro. Por eso no pudo mandar su columna de hoy, por eso nos privamos de otra polémica. Por eso hablamos desde la ignorancia.
Más indignante que el secuestro es ver la posición de mucha gente de izquierda que no puede ocultar la alegría que les produce la desgracia de Salud. Ya están creando hashtags tan absurdos como #rescateasangreyfuegoasalud y sacándole en cara relaciones del pasado con gente que ya está muerta. Si le llega a suceder algo a Salud saldrían ganando los enemigos de la paz. Los diálogos de la Habana recibirían un golpe mortal y volveríamos a la época en que por pensar diferente borraban a un periodista del mapa.
La vida de Salud no es sólo la que corre peligro sino el futuro de un país que, a regañadientes, le estaba empezando a apostar a la paz. En momentos como estos es que la izquierda debería mostrar que está más preparada que la derecha para zanjar diferencias, para unirse en torno a una causa. Viendo los comentarios viscerales, casi estúpidos de tantos amigos, veo que el odio se ha empozado como una costra en la piel de Colombia.
Ojalá pronto aparezca Salud y que traiga en sus manos un mensaje de esperanza. Por el bien de todos ojalá regrese lo más pronto posible. El periodismo necesita de su valentía.