La Casa Blanca y el Departamento de Estado respaldaron la idea de que el 21 de septiembre en el marco de la Asamblea anual de Naciones Unidas en Nueva York se firmara el Acuerdo Final de paz de Colombia entre el presidente Juan Manuel Santos y el comandante máximo de las Farc, Timoleón Jiménez. Se buscaba un espaldarazo internacional definitivo para el impulso del SÍ de cara al Plebiscito.
Sin embargo, según información de Foreign Affairs, funcionarios del Departamento de Justicia se opusieron a que líderes de las Farc entraran a los Estados Unidos, aunque fuera por un día, para firmar un documento. Tres de los comandantes de las Farc: Timochenko, Iván Márquez y Pastor Alape, están acusados por la justicia norteamericana de actividades que afectan directamente a los Estados Unidos, en una situación similar a la de Simón Trinidad que paga condena en una cárcel de máxima de seguridad en ese país.
El jueves 1 de septiembre, funcionarios colombianos y de la ONU desistieron del proyecto que tenía simpatía entre diplomáticos que responsabilizaron a Washington de haber sido negligente para lograr una visa temporal de un día, pero se aclaró que la justicia norteamericana opera de manera independiente del ejecutivo y la situación judicial de los comandantes de las Farc se convirtió en un obstáculo insalvable. Santos miró entonces hacia Cartagena, con la intención de poder tener al presidente Obama en la firma quien estuvo allí en la Cumbre de las Américas y el esquema de seguridad ya fue validado.
El presidente cubano Raúl Castro, quien estará presente en la firma, también requería que la sede fuera nivel del mar, con lo cual Bogotá siempre estuvo descartada.