Esta semana hubo protestas democráticas de arroceros en varios departamentos del país. Empresarios, campesinos y obreros agrícolas reclamando. ¿Y por qué están reclamando? Porque están perdiendo plata, plata importante que puede terminar hasta quebrándolos.
Pierden plata porque se combinan varios factores. El primero es que quienes les compran, que son los molineros, fijan los precios fundamentalmente como quieran, porque el gobierno no interviene. Además, porque los costos de producción se han elevado considerablemente. De una parte, porque los insumos son casi todos importados y con el alza del precio del dólar están carísimos y porque además hay un problema poco conocido, que consiste en que en general los cultivadores de arroz no tienen acceso al crédito bancario formal. Ellos, normalmente, se tienen que financiar con créditos del agrocomercio o de los compradores de las cosechas o con las tasas altas de las tarjetas de crédito o de simple usura, que les resultan muy costosas a los arroceros colombianos.
Pero además aquí se combina otro factor. Hay un exceso de oferta, hay mucho arroz en el mercado. Desde al año pasado empezó a haber mucho arroz, en parte porque la pobreza, el hambre de los colombianos, ha reducido la capacidad de consumo de arroz. Parece mentira, pero es la verdad. Y al mismo tiempo en 2020 entraron importaciones muy grandes de arroz por culpa del TLC con Estados Unidos, generando importantes excedentes. Y todo esto se cierra con broche de oro porque la acción del gobierno es mediocre, no es la que debería ser, a pesar de los reclamos de las organizaciones de arroceros.
Esto puede terminar en una gran quiebra. Gravísimo. Perderíamos una parte grande de la seguridad alimentaria nacional si el arroz dejar de producirse en Colombia y se mantienen las presiones de los TLC. Hay que recordar que el arroz colombiano está sentenciado a muerte a lo largo de unos años, porque el TLC que se negoció con Estados Unidos se negoció muy mal. El presidente de Fedearroz del año 2006, cuando el presidente Álvaro Uribe cerró la negociación del TLC en Washington, fue preciso en señalar que este fue un pésimo, que quedó muy mal negociado, que al arroz le iba a ir supremamente muy mal. Y lo dijo, lo advirtió, que no era fácil reemplazar el cultivo del arroz con otros productos, porque las tierras, los suelos, el clima tienden a especializar los territorios.
Entonces mi llamado al gobierno nacional es a que actúe con seriedad, que respalde en serio sobre este problema y que dé las soluciones que están pidiendo los cultivadores. Y al mismo tiempo, hay que renegociar esos tratados de libre comercio porque se van a terminar perdiendo el arroz y otros productos, perdiéndose la seguridad alimentaria y quedando los colombianos sometidos a los altos precios que nos quieran imponer las grandes potencias agropecuarias del mundo.
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