¿Por qué queremos a Uribe? ¡Toda Colombia lo Sabe!

¿Por qué queremos a Uribe? ¡Toda Colombia lo Sabe!

Por: Fabricio Saravia P
marzo 24, 2015
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¿Por qué queremos a Uribe?  ¡Toda Colombia lo Sabe!

No lo niego. Yo que tanto látigo les doy a los políticos corruptos, y que poco ligado he estado a ellos, alguna vez “quise” a un presidente. Y es que hay políticos tan populistas que de acuerdo a su viveza para ganarse a la gente, ponen la cura en la llaga que le adolece al pueblo. No importa que esa cura afecte las partes sanas; ellos saben que el pueblo se adormece cuando le calman un dolor momentáneo, y que ese adormecimiento sirve para sus intereses personales. Sí señores. Y ese presidente al que yo una vez quise se llama Álvaro Uribe Vélez.

En Colombia antes de Uribe estábamos a punto de vivir algo parecido a Alemania cuando instalaron el muro de Berlín: vivíamos separados de amigos y familiares que, aunque estaban relativamente cerca, poco podíamos ver por la inseguridad y el miedo que reinaba en las carreteras para desplazarnos de un lugar a otro. También en el campo imperaba el constante miedo. La insurgencia hacía un inventario de las cabezas de ganado que poseía cada dueño de finca y cobraba un impuesto por cada semoviente. A los arroceros los vacunaban por cada hectárea cultivada. A los comerciantes, a los transportadores, a los gremios. A todos extorsionaban las farc. Eso toda Colombia lo sabe.

Y Uribe acabó con gran parte de eso con su programa bandera de la seguridad democrática. Con eso diezmó militar y políticamente a la guerrilla, con eso adormeció al pueblo. Con eso hizo dos períodos. Con eso calló a Chávez, cosa que parecía imposible hasta para el poderoso Bush. Y eso nos animaba; eso nos seguía adormeciendo. Si hubiera existido la opción de reelegirlo, de lejos hubiera ganado para un tercer período. La prueba fehaciente de eso es que AUN DORMITADOS elegimos a Santos, porque era de la misma línea. Íbamos a estar tranquilos con la seguridad democrática. Pues el Santos no era tan santo porque se torció al iniciar su camino (pero ese no es el tema de esta columna)

Después, con el tiempo y las investigaciones, fueron apareciendo las llaves con las cuales se abría la dichosa seguridad democrática: Los hechos de corrupción durante su mandato. Son muchos; no los menciono porque eso también toda Colombia lo sabe.

Y el país se fue deteriorando en todos los aspectos que descuidó por su programa bandera. La salud se enfermó. La educación perdió el año. Las bandas criminales y la delincuencia organizada se fortalecieron e incrementaron sus acciones. El campo y el agro sufrieron las consecuencias del Tratado de la Linda Clavada (TLC). Y muchas cosas más que no quiero extenderme porque eso también toda Colombia lo sabe.
Y aún bajo los efectos del somnífero hay unos que piensan que todos los problemas actuales son ocasionados por el gobierno actual.

Producto de las ansias de poder y riqueza y motivados por las triquiñuelas de la reelección, durante su mandato también las instituciones se iniciaron a permear del fenómeno de la corrupción, y hoy vemos resultados como el mayor escándalo de la historia en la corte constitucional de uno de sus “buenos muchachos” Y eso también Colombia entera lo sabe.

Lo repito, yo quise a Uribe pero desperté de mi letargo. Por eso la seguridad democrática debe pasar a la historia. Eso debe hacer parte de un pasado agridulce al cual nunca debemos volver. Me da un poco de tristeza ver a algunos amigos (de buenas familias y con buenas intenciones) que están haciendo sus pinitos en la política motivados y esperanzados en el famoso Centro Democrático, y el único argumento que esgrimen como discurso, es que gracias a Uribe hoy nos podemos desplazar libremente por todo el territorio nacional sin temor a un secuestro. Pero ¿qué más secuestro que los elevados precios de la gasolina, los hacinamientos en los hospitales, los altos impuestos y la falta de empleo? Tristemente deplorable.

Yo quise a Uribe. Al que nunca he podido querer es a Juan.

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