El derecho a la libre expresión es un logro de nuestros antepasados y un privilegio del que gozamos los ciudadanos en un Estado relativamente libre como Colombia.
Nadie pone en tela de juicio que las personas tienen el derecho y la libertad de dar juicios sobre cualquier tema, ¿pero realmente deben opinar tanto?, ¿es necesario tener una postura sobre todas las cosas?, ¿hace falta tener un parecer así no se conozca el tema?, ¿es necesario participar de toda polémica?
Sin poner en tela de juicio que el derecho a expresarse libremente y expresar su punto de vista es algo completamente válido, también es necesario decir que la mayoría de opiniones hoy en están sobrevaloradas y romper de una vez por todas con ese mito que indica que la gente tiene que opinar sobre cualquier tema.
Desde luego opinar sobre el sabor de un helado o sobre un gusto musical y refutar esto es cuando menos idiota. Sin embargo, en temas que no dependen únicamente de nuestra percepción subjetiva no es necesario tener opiniones sobre todo, y menos en asuntos en los cuales quizá no nos hemos preparado suficientemente. Sin contar la gente que opina en cosas irrelevantes como la vida privada de las personas, el chismorreo por así decirlo.
En la actualidad todas las personas creen saber acerca de todo y que deben opinar y/o debatir sobre casi cualquier tema. Esto se debe principalmente a 3 factores:
1. Una sobreestimación y abuso del derecho a la libre expresión, lo cual nos da una falsa ilusión de libertad absoluta.
2. Una sobrevaloración de nuestro autoconcepto. Pensamos que todas nuestras opiniones tienen valor, así no tengamos la suficiente formación en un tema, lo que hace que tengamos percepciones que pueden ser completamente irrelevantes, inconducentes, fútiles, inútiles y de poco o nulo valor. Quizá este mismo escrito sea una sobrevaloración de mí mismo, y no tenga que estar opinando sobre esto, sea usted quién juzgue.
3. Las redes sociales son un medio masivo de opinión, tanto de buenas y argumentadas opiniones como de opiniones y argumentos basura.
Internet y las redes sociales le dieron voz a la mayoría de personas, se estima que más de la mitad del planeta tiene acceso a internet. Gracias a ello es posible denunciar un sinnúmero de malas situaciones y transmitir información de una manera efectiva con una rapidez nunca antes vista. Es impresionante si se compara con hace 30 o 40 años.
Sin embargo, un aspecto negativo es que internet le dio voz a gente que abusa de su derecho a la libre expresión. Es por eso que cuando se ingresa a una red social es difícil encontrar una buena opinión y un buen argumento. Hasta las figuras de autoridad como políticos realizan (no todos, valga la aclaración) juicios y opiniones repugnantes e infantiles sobre temas que no conocen solo por polemizar y ganar adeptos.
Peor aún son sus seguidores, los cuales (no todos, valga la aclaración una vez mas) tienen opiniones mucho peores, mal formadas y putrefactas. Sin mencionar el grado de intolerancia, grosería y soberbia sobre otros puntos de vista, ni el nivel de destrucción que tienen las redes y sus opiniones, que gracias al el anonimato parecer ser peor. Definitivamente el rebaño es fuerte, es difícil encontrar opiniones diferentes. Invito al lector a escoger una publicación cualquiera de una red social y encontrar una buena opinión y distinta.
Desde luego, esta no es una invitación a quedarse callado. De hecho, pienso que la gente debería participar más en temas políticos y sociales. Sin embargo, es necesario por lo menos formarse aunque sea un poco, a fin de tener una postura medianamente consistente. Tampoco, mucho menos, es una invitación a la censura. ¡Qué viva la libertad! Definitivamente prefiero una sociedad llena de opiniones basura que una sociedad donde el Estado decida que se puede opinar.
Para cerrar, debemos ser más responsables con nuestro derecho a la libertad de expresión. No tiene usted que opinar sobre todo. A la mayoría de personas no les importa lo que usted piensa como tampoco les interesará lo que acá se dice. Será el lector quién juzgue la utilidad de mis palabras.