Siempre me ha causado curiosidad cómo un país que vive hablando de política, religión y fútbol sepa tan poco de dichos temas. La explicación es muy simple: porque los políticos, pastores y sacerdotes, y futbolistas son también unos ignorantes, y junto a los periodistas y medios de comunicación, se han empeñado en convertir al colombiano promedio en un "hablamierda" profesional, explotándole su pasión con fines económicos y egoístas.
De por sí hay que analizar por qué una Selección que llegó con puntaje perfecto a esa instancia y sin goles en contra permitió que un equipo que llegaba con más dudas que certezas, como Chile, no solo lo llevara a la instancia de penales sino que en los 90 minutos del juego le manejara el partido y le hiciera sentir a Colombia que el solo hecho de haber obtenido el empate hubiese sido un gran negocio.
Lo segundo que hay que analizar es por qué Colombia como país solo triunfa en deportes individuales, pero fracasa en los colectivos.
Ahora que está el VAR, al colombiano promedio se le acabaron las excusas. Antes del VAR, la excusa era "nos robaron", "árbitro hp le metió la mano al partido" y maquinaban las más paranoicas teorías conspirativas, las cuales concluían que existía un complot contra la tricolor y que por ello jamás podría salir campeón. Pero el viernes, terminado el partido y confirmada la eliminación, el colombiano promedio hizo lo que mejor sabe hacer: buscar culpables, chivos expiatorios, un responsable, así no lo sea. El señalado fue el pobre Tesillo, como si cobrar un penal fuera cosa fácil, como si pararse en ese punto frente a un balón lo hiciera cualquiera.
Y ahora que la eliminación es una realidad han salido los de siempre: los profetas de lo que ya pasó. Esos Carlos Antonio Vélez, Antonios Casales, Ivanes Mejía, Cesares Augusto Londoño y demás arrogantes a decir que ellos "ya lo sabían", que "ya habían advertido que eso podía pasar". Con un análisis poco futbolero del partido (porque entiende más el fútbol la Negra Candela que ellos) hacen lo mismo que el colombiano promedio: buscar responsables y hacer leña al árbol caído. Y la verdad es que el fútbol tiene un componente mental y colectivo que jamás ha tenido ni tendrá Colombia, ni como país ni como selección.
El primer error del técnico Queiroz es jugársela con Falcao, en vez de Duván Zapata. Dicha apuesta, temeraria y poco ajustada a la realidad de los dos jugadores, se notó ampliamente en el desarrollo del juego. Si bien Duván Zapata es más un jugador de área que Falcao, el partido exigía un elemento que estuviera merodeando y generando peligro en el área chilena, la cual estuvo poco poblada y sin riesgo, lo que favoreció que Beausejour y Aránguiz se lanzaran más al ataque.
El segundo error fue mantener a Cuadrado en el terreno de juego; jugador inmaduro y volátil, en la zaga de Chile lo conocían muy bien y lo tenían ya medido (fue compañero de Vidal en la Juventus) y ya sabían que es un jugador que se puede sacar muy fácil de un partido, provocándolo, diciéndole cualquier cosa, se sale de control y se pierde, lo que lograron los chilenos. Además no bajaba a apoyar a Medina y a éste siempre le hacían el 1-2. Lo único que le faltó a la zaga de Chile fue encontrar petróleo en esa zona de juego.
El tercer error fue la tardanza por hacer los cambios. Y hacerlos mal. Es muy fácil criticar ahora que todo pasó (incluso estoy criticando eso) pero el partido pedía más control en la mitad de la cancha, que era toda de los chilenos. Pero los cambios que hizo, ambiciosos y anacrónicos, no le aportaron nada a la selección, todo lo contrario. El partido pedía a un Lerma, alguien que apoyara a Barrios y metió a Cardona; Cuadrado pedía cambio desde el primer tiempo y lo mantuvo; James necesitaba un socio y cuando entró Cardona, ya estaba cansado y sin piernas.
Y para completar, aún no se explica cómo no se aguantó a Falcao para que llegara a la tanda de penales; o sea, si ya se la jugó por el tigre, mantenga la apuesta hasta el final. En conclusión, todo un cóctel de desaciertos.
Pero ahora que el resultado es conocido, insisto, llegan estos pseudoperiodistas a buscar culpables y a enseñarle a la gente que eso es lo que se debe hacer. Ayer leía a alguien que criticaba a James por su vida personal, y decía que él era el responsable, que siempre que se necesitaba no aparecía. Una crítica igual a la que recibe Messi en Argentina, igual de estúpida y superflua. A mí no me gusta James, me parece un pusilánime y patriotero, pero negar su calidad y entrega por la selección Colombia sería un despropósito y una tontería.
Colombia no gana como selección porque el fútbol es un deporte mentalmente colectivo. Es un deporte que necesita la complementación y cooperación de todos los elementos que entran a la cancha, y hasta de los que se quedan en la banca. También es un deporte mental, porque se necesita tener hambre, ambición de gloria, de querer que sus nombres queden escritos en los anales de la historia para siempre. Y en la Selección Colombia (al igual que en muchas selecciones del mundo) hay jugadores que no tienen hambre; que poco les importa eso siempre y cuando sigan teniendo sus ferraris, sus mujeres y sus contratos publicitarios; hay otros jugadores que solo se conforman con hacer el esfuerzo propio, que no tienen ninguna cualidad de liderazgo y no empujan a los demás hacia un mismo fin. El fútbol hace rato dejó de ser un deporte donde triunfa el que más tiene estrellas, se necesita táctica, reparto de roles, mentalidad férrea y hambre, mucha hambre. E insisto, en Colombia no hay nada de eso, ni en la selección ni en el país.
Todo eso se evidencia incluso desde las divisiones inferiores, donde a los niños se les enseña que lo importante del fútbol no es ganar títulos sino contratos; que lo más fundamental es meter goles antes de jugar para el equipo. Los clubes del fútbol colombiano, cuyos dueños son dos o tres personas, y que han monopolizado la pasión con el objeto de obtener dinero también son responsables, no solo de la mediocridad y bajo nivel, sino de los amplios bostezos y bajas asistencias de los partidos.
Mientras las cosas sigan así, Colombia no ganará nada. Y seguirán siendo ciertas las palabras del gran escritor Fernando Vallejo, que decía: "Colombia jamás tendrá un papa, ni ganará un mundial, a pesar de lo arrodillada que es y de tener el alma en las patas".