Buscando explicarme por qué perdió la ultraderecha las elecciones, en franca lid, frente al Pacto Histórico, encuentro que existen múltiples factores que se le pueden atribuir a este hecho, pero uno de ellos fue el fundamental: la subestimación que el alto gobierno le dio al estallido social, cuya génesis fue Santiago de Cali.
Esta es una de las causas, porque hay muchas otras. Solo los que vivimos de cerca este histórico suceso logramos entender la dimensión de lo que esto fue y lo que representó.
Asistí a todas y cada una de las marchas, logré cercanía y tejí amistad con ese gran comunicador social, José Alberto Tejada, del Canal 2, hoy representante a la Cámara por el Pacto Histórico, vimos nacer Puerto Resistencia como el Guernica criollo, fui asiduo en la "Loma de la Dignidad", como se le llamó a la ancestral "Loma de la Cruz", visité todos los puntos neurálgicos de aquella impresionante protesta. ¡Todo lo viví!
Un gobierno con el ego inflamado no prestó atención al volcán en erupción y, por lo contrario -como lo expresó Alejandro Gaviria-, se le puso una tapa para contener la hirviente lava, que en su interior burbujeante buscaba salir por cualquier lado a irrigar de descontento todo el territorio nacional.
Cundió la arrogancia y la insensatez: cada que el paro nacional hacía una pausa entre marcha y marcha el desgobierno títere dejaba plantado al Comité Nacional del Paro. No los atendía y se burlaba de sus esperanzas y sus anhelos; los menospreciaba, sin lograr captar lo que se cocinaba al interior de su propia casa. Su desconexión con la realidad no le permitía darse cuenta de lo que sucedía en su entorno y lo que corre pierna arriba.
No se atendieron las demandas de la juventud enardecida y por el contrario, los aplastan con sus bayonetas. Penalizaban la protesta y se les generalizaba con el término de "vándalos", los jóvenes morían o quedaban lesionados, sus ojos por fuera de sus órbitas, fueron víctimas de la ceguera oficial. El tenebroso Esmad actuaba impunemente, con el visto bueno de los paradojicamente encargados de proteger la vida, los jóvenes perdían sus vidas y sus sueños.
No se pudo dar la lectura adecuada a esa fuerza juvenil de descontento y desde el alto gobieno se limitaron a reducirlos con la palabra "vándalos". La peyorativa expresión se regó como forma manipuladora de los medios de comunicación y en la manida inoculación generalizada del miedo como arma de dominación.
Es de comprender que dentro de una conflagración y su dinámica, surgen conductas inapropiadas que no voy a aplaudir en este momento: los impopulares "Cortes de Ruta" o "Bloqueos", saqueos e incendios, surgen también actos individuales de oportunismo pero todos son efectos colaterales a la furia de las masas enardecidas. Pero si de culpables se trata, fueron culpables aquellos que subestimaron el brote, no atendieron oportunamente la causa y se concentraron en el efecto político de sus impopulares decisiones.
"Problema que no se soluciona.... evoluciona", reza el proverbio chino.
Hoy, esa misma juventud caleña se volcó a las urnas, aportando setecientos mil votos, esa misma juventud que en todo el Valle del Cauca le apuntó al cambio, aportando casi 2 millones de votos y que busca que "la dignidad se vuelva costumbre", como rezaban las pancartas de los valientes estudiantes de Univalle.
Fueron múltiples las causas del colapso de la caterva: el pésimo Gobierno Títere, el intempestivo fallecimiento de un eventual candidato candidato de peso, como lo fue el converso Carlos Holmes Trujillo García, la gavilla que montaron de todos contra Petro, no les funciona dos veces; pero con todo lo anterior, el actor principal fue esa misma juventud verraca y decidida; fue la juventud que derrotó el statu quo, impuesto por una ultraderecha añeja e indolente, que menosprecio y subestimó un volcan en erupcion.
