Novelista, cineasta, militante de izquierda y homosexual confeso, Pier Paolo Pasolini es una de los referentes culturales de la Italia de la postguerra. En este texto, publicado el 22 de julio de 1973, Pasolini se despacha contra la que es considerada la obra más importante escrita en español desde El quijote:
“Otro lugar común (al parecer) es considerar que CIEN AÑOS DE SOLEDAD de Gabriel García Márquez (recientemente reimpreso) es una obra maestra. Esto me parece sencillamente ridículo. Se trata de la novela de un escenógrafo o de un utillero, escrita con gran vitalidad y profusión del tradicional manierismo barroco latinoamericano, casi para uso de alguna casa cinematográfica norteamericana (si todavía existiesen). Los personajes son todos unos mecanismos inventados -en ocasiones con espléndida habilidad- por un guionista: poseen todos los tics demagógicos destinados al éxito espectacular. El autor -mucho más inteligente que sus críticos- parece tenerlo claro: “Hasta entonces nunca se le hubiera ocurrido -dice en la única ocasión metalingüística de su novela- pensar en la literatura como en el mejor juguete que se hubiese inventado para burlarse de la gente...”. Indudablemente García Márquez es un fascinante burlador, tanto es así que todos los bobos han caído en la celada. Pero le faltan las cualidades de la gran mistificación (“¿Fue Dante un mistificador?”, es la pregunta que un dantista alemán deja caer en el oído de un colega suyo, tal como refiere Contini): las cualidades que posee, por poner un ejemplo, Borges (o, en medida mucho menor, Tomasi di Lampedusa, si CIEN AÑOS DE SOLEDAD recuerda un poco EL GATOPARDO también por los equívocos que ha provocado en el pantano del mundo que decreta los éxitos literarios).