Y pensar que la primera vez que entró al Campín tenía puesta una camiseta de Santa Fe. A su papá era al único italiano al que no le gustaba el fútbol así que, a Gilberto, un odontólogo amigo de la familia, le debe ese gusto. A los ocho años ya armaba campeonatos en la cancha de futbolín que tenía en su cuarto. Armaba campeonatos y narraba todos los partidos. En el colegio soñaba con llegar todos los días a la casa a jugar en su cuarto hasta que los dedos se le ponían rojos, hasta que la voz se le volvía afónica.
Fue un domingo de 1981. El muchacho tenía ocho años y, aunque tenía puesta la camiseta del León, no la sentía. Mientras el amigo de su familia y la hinchada roja celebraba a rabiar, Antonio desconocía la razón de su apatía. Lo único que le importó esa tarde fue comer paletas. Gilberto y la gente que lo acompañaba no tardaron en hacerle matoneo “Ey chino, ¿por qué no celebra los goles?” “Ey chino, ¿usted si entiende de esto?”. Entendía más que cualquiera. Muchos años después su mamá, quien fue siempre su aliada a la hora de seguirle la cuerda en su vocación, le mostró unos casetes que le había grabado cuando era niño. En él aparecía su voz a los cinco años imitando la narración de Jorge Eliecer Campusano. Claro que el niño sabía de fútbol. Estaba tan obsesionado que hasta lo llevaron al sicólogo: no podía ser sano que ese muchacho prefiriera jugar solo que buscar a los amigos de la cuadra.
Algo sucedió esa tarde en el Campín que convirtió su corazón en azul. Millonarios marcó un gol e inmediatamente las burlas hacia él se apaciguaron. Un segundo gol de Millos hizo que a sus matoneadores el pánico los dominara. Alguien se estaba vengando por él. Agradecido con los dioses del futbol, se rindió ante el conjunto embajador.
Desde esa época no tuvo otro amor. De niño le hacía odas al arquero Pedro Vivalda. En esa época los niños lo tenían como un ídolo: el argentino era el único portero que podría estar a la altura de la súper estrella del América de Cali Julio César Falcioni. Cuando Vivalda, sumido en la peor de las depresiones, se lanzó a un tren en Buenos Aires, Antonio lo lloró como si fuera un familiar cercano.
Video primeros pinitos de Casale, concierto de Metallica 1999
La pasión por Millonarios nació esa tarde, la pasión por el deporte ocurrió a los diez años cuando su papá le regaló una enciclopedia que contenía todas las disciplinas deportivas. Lo embrujó el ciclismo, el atletismo y el tenis. Incluso fue por este deporte que estuvo a punto de torcer su destino. A los 15 años se ganó una beca para ir a una Academia en los Estados Unidos. Quería ser tan grande como André Agasi. Nunca lo lograría. Su cuerpo no le daría al final para esa terrible exigencia.
Aterrizó de vuelta en Radioactiva. Aunque siempre le gustó la música no podía comparársele con la pasión que sentía por los deportes. En Radioactiva veía con anehlo a sus viejos ídolos discutir en Radio Deportes de Caracol. Entre canciones de Miguel Mateos y Depeche Mode se ganó un espacio en 1997. Convenció al entonces presidente de Caracol, Carlos Arturo Gallego, y pudo hacer Rock and gol. Al principio fueron comentarios futboleros los domingos desde El Campín. A Casale y a su compañero de lucha Pacho Cardona les sonaba a demasiado poco. Aprovecharon unas vacaciones de Gallego para desobedecerlo y hacer la transmisión completa de los partidos. Temían lo peor cuando Gallego llegó de las vacaciones y los mandó llamar a su oficina. Allí les contó una anécdota: mientras estaba en el jacuzzi escuchó reírse al muchacho que hacía el mantenimiento quien mataba sus horas de asueto a punta de radio “¿Qué oye?” se interesó el ejecutivo “A un par de locos”. Gallego les dio vía libre. Se había partido la historia de la radio en dos.
El camino no ha sido fácil para el actual director de contenidos deportivos de RCN. Tuvo choques con gloria del periodismo nacional como Iván Mejía quien, por su cercanía y amor por Millonarios, le dijo públicamente que era un periodista prepago. Hace rato no hace televisión y no le interesa estar en ESPN –ha rechazado cuatro veces la propuesta- lo de él es la creación, la originalidad, algo que le ha imprimido a su programa En la jugada de RCN, uno de los más escuchados de la radio nacional. Si, nos acostumbramos a Casale, ese joven que empezó imitando a Alejandro Fantino, el periodista argentino del programa Mar de fondo y ahora tiene en sello propio: el del hincha que sin tapujos grita su fervor y aún así es escuchado por multitudes.