Una de las razones principales por las que empecé a ver Black Mirror fue la forma en que lograba capturarme y meterme en una espiral de sensaciones que no conocía. Películas como 'El anticristo' de Lars Von Trier habían logrado incomodarme a tal punto, que incluso podía percibir en mí las perversiones humanas a las que más temía. Pero cuando Black Mirror llegó a mi vida, la narrativa audiovisual y la posibilidad de ver los capítulos en desorden a sabiendas de que si había alguna coincidencia de capítulos era en detalles mínimos, me atrapó. Me parecía una propuesta única tener cada capítulo como un espacio y lugar independiente a los otros, y que además estuviese dirigida por diferentes directores, porque iba a permitir ver las perspectivas inglesas y estadounidenses enla actuación y el guión.
Recuerdo que uno de los capítulos que me más me impactó fue "Shut Up and Dance", la historia de un chico empezaba a seguir una serie de órdenes por un "virus" y se convertía en una cadena de favores que culminan en la pedofilia, y terminan por develar los secretos más siniestros de cada de una de las personas. No solamente era preguntarnos por la tecnología y los efectos que tenía, sino preguntarnos por nosotros como seres humanos, de entender que la profunda perversión tecnológica era causada por la humanidad; es decir, la humanidad cada vez estaba más podrida y sepultándose a sí misma en la tierra, dejándole el camino al miedo y la violencia con la tecnología. No más. Ahí estaba siempre Black Mirror jugando con lo emocional, con lo ético y moral para que uno como espectador se hiciera esas preguntas macabras: "¿Yo haría eso?, ¿Definitivamente tomaría esa decisión?, ¿Estaría dispuesto a venderme así?, ¿Me despojaría de mis creencias así?" y eso es lo mejor de todo: una serie que habla de la perversión humana y logra despertarla mientras se ve.
Cuando vi a Ashley To en los trailers me emocioné, amé la idea de ver a Miley Cyrus, pero fue una completa decepción estar frente a la pantalla viendo una trama simplona, básica, sin sentido y donde la tecnología no tenía ninguna forma de tejerse con la tesis de la historia. Creo que lo preví desde que "interactué" con Bandersnatch y no pude encontrarle un hilo narrativo. Incluso me voy a atrever a decir que esto se veía venir desde que Netflix intervino en esta serie. Algo así como: "...y Netflix llegó", con música de suspenso de fondo. Y definitivamente pudo ser peor: un primer capítulo caótico donde uno no sabe si hay una posición que realmente hable del problema de los videojuegos, o si le está hablando a una generación completamente anterior; es más, es tan imprecisa la trama que uno no reconoce cuál es el núcleo que la historia: ¿un amor prohibido? ¿las formas de sentir en cuerpos ajenos? No lo sé. Creo que aún ni siquiera he podido comprender el porqué o para qué de ese capítulo en específico.
Después llega un capítulo que parece testimoniar lo que es hoy vivir en las redes sociales, en especial Twitter e Instagram: la adicción es la que nos mata, somos nosotros quienes nos acabamos, no la tecnología. Y sí, es una gran apuesta, pero ¿y? Solo queda esa pregunta: ¿y? Pero nada, absolutamente, es peor que el último capítulo y el intento fallido de sacudirnos hasta los huesos. Qué doloroso fue ver que ese capítulo lo único que tenía de apertura era a Miley Cyrus como campaña de expectativa. La actuación no fue nada del otro mundo, incluso pareció ser la vida dura y triste de Cyrus pero grabada y expuesta al mundo. Un final que lo único que tenía de rebelde era a Ashley To haciendo pistolita como si eso fuese un gran símbolo de "bad ass".
Me queda un sinsabor en la boca. Una expectativa de calidad distinta. Pero lo peor de todo esto es que siento rabia porque perdí 3 horas y 10 minutos de mi tiempo que no podré recuperar, porque mientras los perdía esperaba encontrar algo de qué agarrarme y poder entrar en defensa de una serie que proclamé por mucho tiempo como favorita. Ahora solo me queda el recuerdo de cuando cogí la pantalla de mi computador, la cerré y supe que debía haber tomado desde el inicio esa decisión.