¡No se sabe! ¡No se sabrá jamás!
Sin embargo, eso podría demostrar que desde hace algún tiempo los Char están invirtiendo capital político, así sea devaluado, para tomarse la alcaldía de Sincelejo, si es que ya no es toda de ellos desde hace bastante rato.
Puede leerse en Google y El Meridiano: “Karen Cecilia Abudinen Abuchaibe fue nombrada por el Ministerio del Interior como alcaldesa ad-hoc de Sincelejo para atender el proceso de revocatoria del mandato del alcalde Andrés Gómez Martínez”.
Y entonces no hay necesidad de ser brujo, ni siquiera decir nada sobre el resto de actuaciones de la ministra, para colegir diáfanamente: con semejante lío en el que está metida, ¿qué bendito tiempo le puede quedar para resolver los problemas de Sincelejo?
Y no es cualquier chicharroncito digerible lo de Sincelejo. “Entre las tareas que deberá supervisar la ministra TIC sobresalen la aprobación del protocolo sanitario para la recolección de firmas del proceso de revocatoria, mediante Acto Administrativo motivado respecto de las funciones designadas; seguimiento de la entrega de los formularios de recolección de firmas de ciudadanos por parte de la Registraduría al Comité Promotor, y acompañamiento de todo el proceso”, dijo el ministerio en un comunicado de prensa.
En realidad yo no entiendo nada de lo que allí dice a simple vista. ¿Qué es eso del protocolo sanitario para la recolección de firmas del proceso de revocatoria? Trato de entender: para el proceso de revocatoria contra el actual alcalde electo se necesita un protocolo sanitario, cosa de que no se infecte a la gente mientras se recogen las firmas, y para eso se necesita un alcalde ad-hoc, pues el electo renunció a cumplirlo por obvio conflicto de intereses.
Aunque suene cruel la pregunta es obvia: ¡Y si no tiene el debido tiempo, ¿no será que le vuelven a meter gato por liebre?
Puede leerse en el primer considerando de tal nombramiento, el Decreto 794 de 2021, emanado del Ministerio del Interior:
“Que mediante oficio 0100.10.02.006 de 20 de abril de 2021, el señor Andrés Eduardo Gómez Martínez, alcalde municipal de Sincelejo, Sucre, manifestó su impedimento para ejercer el control y vigilancia del cumplimiento de las medidas de bioseguridad frente a la recolección de firmas para el proceso de revocatoria del mandato que cursa en su contra, invocando la causal de impedimento prevista en el numeral 10 del artículo 11 de la Ley 1437 de 2011”.
Lo que se puede resaltar aquí es que el impedimento del alcalde es moral. Al parecer, no ha sido hallado culpable, como tampoco la ministra; ¿entonces cuál podría ser la diferencia moral entre ambos de manera que la primera pueda substituir al otro? ¿Podría, en gracia de discusión y salvando las apariencias, el alcalde de Sincelejo reemplazar a la ministra en el caso de que esta se declare inhibida para seguir atendiendo los asuntos de la eventual investigación que pudiera acosarla? Ya sabemos que es imposible administrativa y políticamente hablando. Amén de otras muchas razones. Pero sobre todo en psicología política, si que cabe la pregunta.
Por eso, así presentado el asunto tiene ribetes poco menos que tragicómicos, por no decir que hilarantes. ¡Es que estamos en el gobierno de Duque!, diría alguien. Si antes tuvo presentación, aunque por la fecha del nombramiento no es posible sustentarlo, ahora sí que menos se sostiene lo que podría pasar por un adefesio.
Pero hay más. Veamos el segundo considerando: “Que mediante auto de 5 de mayo de 2021, proferido dentro del proceso con radicación E-2021-213363 E-2021-206242, la Procuradora Regional de Sucre resolvió aceptar el impedimento manifestado por el doctor Andrés Eduardo Gómez Martínez, en su calidad de alcalde del municipio de Sincelejo, para hacer la supervisión y seguimiento del cumplimiento de las medidas de bioseguridad y los cuatro componentes generales para disminuir los riesgos de contagio en las actividades de apoyo a la solicitud de revocatoria del mandato que cursa en contra y, solicitó al gobernador del departamento de Sucre la designación de un funcionario ad hoc”.
¡Cuatro componentes! Y aquí se vuelve a comparar que mientras el asunto que atenaza a la ministra implica su labor para dignificar las capacidades que deben lograr los niños en su ruralidad. Aquí en Sincelejo se trata nada menos que de un asunto de salud pública que ya ha hecho notorios estragos. ¿Cuántos muertos contamos aquí?
Ni el alcalde tendría cabeza para enfrentar los asuntos de aquella contratación fallida como la ministra estaría lista para enfrentar un tema a todas luces peliagudo por su impresionante y agudísima ubicuidad. ¿Será que aún disponiendo de sitios especiales para recoger las firmas se garantiza la idoneidad de las empresas que hicieran ese trabajo? ¿Tendría cabeza fría la ministra para seguir la huella de proceso tan intrincado y difícil. Por ejemplo: ¿cómo podría saberse si alguien fue infectado mientras firmaba? Lo dudo.
No necesito estar contra la ministra, ni mucho menos contra el alcalde, para solicitar que vuelvan a barajar este caso. Esto no tiene ni pies ni cabeza.
Otro considerando más abajo es más perentorio y cita la ley: "Que el artículo 209 de la Constitución Política preceptúa que la función administrativa está al servicio de los intereses generales y se desarrolla con fundamento, entre otros principios, en los de moralidad e imparcialidad, este último garantizado también por el Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo en su artículo 3".
¡Hágame el bendito favor!
Es indudable, por lo menos para mí que soy resabiadamente bruto, que rutila una evidente contradicción en todo esto. ¡Pero si es precisamente la moralidad lo que los acosa a ambos, cómo es que la una puede vigilar al otro, si podría estar en las mismas o peor! ¡Al fin y al cabo lo del alcalde de Sincelejo no alcanzaría jamás lo de los 70.000 millones de pesos!
¿Quién podría creer que se hicieron los debidos esfuerzos y la gente creyó en ellos y fue a firmar para apoyar el proceso de revocatoria supuesta y simplemente porque la ministra Abudinen, que ya estará brillando por su ausencia, dirigía al asunto, o estuvo al frente de la contratación que lo llevara a cabo?
¡Eso no lo cree nadie!
¿Cómo pretenderán los Char seguir ordeñando votos en Sincelejo con semejante película de terror?