El voto es el derecho político por excelencia (derechos constitucionales) y está estrechamente relacionado con la noción de democracia, soberanía popular y ciudadanía. Se recuerda que todas las constituciones nacionales tratados o convenios internacionales establecen que la voluntad del pueblo se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual, libre, directo y secreto. Su ejercicio es un deber cívico.
El sufragio universal, o el derecho a participar en las elecciones conferidas a todos los ciudadanos adultos, hombres y mujeres, es, de hecho, una conquista del siglo XX y marca la transición fundamental del estado liberal a la democracia constitucional moderna.
El voto es personal en el sentido de que no se puede delegar, salvo la posibilidad de utilizar un acompañante en caso de impedimento físico grave. No está permitido votar por poder. El voto es igual en el sentido de que cada voto tiene el mismo valor que todos los demás ("Una persona, un voto"). El voto es libre en el sentido de que la voluntad del votante no puede ser coaccionada, ni puede el votante mismo comprometerse a votar de cierta manera. El voto es secreto en el sentido de que el votante tiene derecho a aislarse en el momento de la votación y debe mantener el secreto de lo que sucede al mismo tiempo; antes y después del momento material de la votación, es totalmente libre de declarar públicamente por quién votará o votó.
¿Y el voto en blanco?
Votar en blanco es salir de casa el día de las elecciones caminar hasta el centro de votación asignado y depositar el tarjetón en blanco, exclusivamente a efectos de constatación de presencia. Sic et simpliciter. Hay que señalar sin embargo que votando en blanco se renuncia a participar en una comunidad democrática al derecho y la libertad de expresar su propio pensamiento individual. Quien vota en blanco demuestra una actitud indiferente y displicente, o percibe que su voto no marcará una diferencia, pero no es así. El voto en blanco debería evitarse como medida de prevención y protección contra el fraude, porque la deshonestidad a menudo acompaña el tema de las elecciones.
Quien vota en blanco adopta una actitud neutra negligente y distante frente a las instituciones y frente al país en su conjunto. Al votante en blanco no le importa lo que le suceda al país, tampoco en lo que respecta a la adopción de políticas públicas tendentes a lograr el desarrollo de las sociedades; una actitud permisiva sobre la manera en que se gasta el dinero el Estado, su dinero.
Quienes votan en blanco podían crear la impresión de que sus votos son inútiles, siempre dejando que otros decidan por ellos. Por ejemplo: aquellos que proclaman públicamente su intención de votar en blanco (o la invitación al voto en blanco) no solo demuestran indiferencia y un cierto grado de desconexión que existe con sus electores y el país, sino que dan por hecho, además, que muchos decidan unirse a él. En vez de ello, sin quererlo estarás permitiéndole a otros que decidan por ti. No dejemos que otros u otras decidan por la mayoría, que decidan por nosotros. Hay un dicho que dice que si no tomas decisiones otros lo harán por ti.
Cuando la democracia está en juego, es importante garantizar que decidan su destino los propietarios del Estado: el pueblo soberano.
Es hora de que sean únicamente toda Colombia y sus electores los que decidan el próximo 17 de junio el destino de Colombia.
Siempre hemos creído que la seguridad, el mantenimiento de la paz y el desarrollo económico en Colombia únicamente puede propiciarlos un Gobierno estable y fiable, que cuente con el apoyo mayoritario del pueblo colombiano.
Personalmente votaré a favor de un candidato para subrayar la importancia de la democracia y sus mecanismos. Gracias
