La noche del pasado lunes acabó una de las producciones más exitosas en la historia de la televisión colombiana. Se trata de ‘Pasión de Gavilanes’, telenovela escrita hace casi veinte años por el libretista Julio Jiménez. Cabe anotar que esta telenovela, transmitida originalmente en 2003, ya era una adaptación de ‘Las Aguas Mansas´, escrita por el mismo libretista en 1994. Sin embargo, la trama tuvo ligeros cambios teniendo en cuenta el éxito desbordado de ‘Pasión de Gavilanes’ desde su primer capítulo al aire. En todo caso, la historia de los hermanos Reyes y las hermanas Elizondo cautivó a los colombianos en 2020 tal y como lo hizo en 2003.
Lo sorprendente de este fenómeno es que a pesar de que los colombianos conocían la trama de la novela y tenían todos sus capítulos tanto en Youtube como en Netflix, la retransmisión de Caracol barrió con el rating como ninguno de sus otros programas ha podido hacerlo. Pese a que el canal tiene un equipo de creativos encargados de pensar y diseñar formatos televisivos que enganchen a la audiencia, una telenovela de antaño logró hacerlo mejor que las producciones de hoy día.
Que una telenovela con tal antigüedad haya pegado como lo hizo ‘Pasión de Gavilanes’ corrobora dos cosas. La primera, que la calidad creativa de la televisión colombiana en décadas pasadas era mejor de la que lo es hoy. El fenómeno de ‘Pasión de Gavilanes’ también demostró que las nuevas plataformas no interfieren si una producción televisiva en verdad logra conectar con ellos. Por otra parte, resulta preocupante para el gremio televisivo nacional que repeticiones como las que inició haciendo RCN en 2019 y continuó Caracol en medio de la pandemia, comiencen a inundar la pantalla. De esta manera se reduce el empleo del sector ante la negativa de producir nuevos contenidos.
A pesar de que las producciones de hoy día tienen una mejora en la parte técnica, creativamente se quedan cortas a la hora de contar una historia que logre cautivar a los televidentes. Tanto ‘Pasión de Gavilanes’ como ‘Betty La Fea’ tenían una producción regular. Algunas veces con errores visibles en detalles de vestuario y continuidad. Sin embargo, tenían una mística que facilitaba crear un ambiente agradable frente al televisor reuniendo así a toda la familia por las noches y convirtiendo el final del día en un momento de esparcimiento.
No nos digamos mentiras. No es solo un problema de un canal u otro. La televisión colombiana agoniza desde hace, por lo menos, una década. Aunque la renovación es necesaria en cualquier tipo de industria la falta de creatividad es un cáncer que carcome a nuestra querida caja mágica. Muy a pesar de que Colombia haya logrado convertirse en una casa productora de televisión para varios países –precisamente gracias al éxito de telenovelas como las antes mencionadas- los colombianos hemos perdido el interés por nuestra propia tv. Es lamentable que los grandes éxitos televisivos solo sean cosa del pasado.