Creo que ha llegado la hora de salir a la calle. Cerrar el país y mantenernos encerrados no es una estrategia de largo plazo, y esta pandemia va a alargarse hasta, por lo menos, mediados del año entrante. El encierro fue una estrategia exitosa, sin duda, pero no resiste. Y no resiste porque, como estrategia, ya está causando más daños que el virus, y se está ensañando con los sectores más vulnerables de la sociedad. Sin trabajo, y sin perspectiva sabiendo que volverán a una economía en recesión, muchas mujeres están cayendo en una trampa de miseria de la que ni ellas ni sus hijos podrán salir. Lo cierto es que el daño es tan grande, que supondrá un retroceso brutal en todos los indicadores de desarrollo sobre los que se había avanzado en las últimas dos décadas.
Miles de mujeres están perdiendo todo eso por lo que han luchado: su independencia, sus proyectos de emprendimiento, su carrera profesional, porque, sin colegios, no pueden regresar al trabajo, y si lo perdieron, tienen que posponer la búsqueda de nuevas oportunidades. Todas, casi sin excepción, estamos cargando con el triple de la carga que ya teníamos, y muchas lo hacen en medio de la desesperación, atrapadas en hogares violentos de los que no pueden salir porque no tienen cómo sostenerse.
Ni hablar de los niños. Para muchos, volver a la escuela nunca volverá a ser una opción. Tendrán que salir a buscarse la vida, porque hay que compensar la pérdida de ingresos. El gobierno tampoco está haciendo nada para controlar la especulación en productos de primera necesidad. La comida esta carísima, y, sin embargo, el gobierno parece creer que con 160.000 pesos se mantiene una familia por dos meses, sin contar con los miles que no aparecen en ninguna red de asistencia y que están pasando hambre. A fin de cuentas, los servicios siguen llegando, hay que pagar los impuestos, nadie ha suspendido los arriendos.
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La comida esta carísima, y, sin embargo, el gobierno parece creer que con 160.000 pesos se mantiene una familia por dos meses
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El daño que está causando la estrategia de contención es ahora más grande que el de salir a la calle y correr los riesgos. Personalmente, creo que a este punto la clave de la contención es el autocuidado. Lo dijo Ángela Merkel en rueda de prensa: las tres estrategias que nos ayudarán a contener esto son, la distancia social, las mascarillas y el respeto. El respeto por el otro y por uno mismo, la protección de nuestras familias y comunidades a través del autocuidado. A eso se le pueden agregar estrategias de control territorial, para aislar a los municipios sin contagios, y de protección de nuestros padres y abuelos. Pero no podremos parar por dos años.
Estaremos todos en riesgo. Pero también sé, y lo hemos probado en el curso de este largo conflicto y de esta pandemia, que tenemos una capacidad de adaptación asombrosa. Como ningún otro país, Colombia no se desabasteció. La industria sola, sin políticas especiales (de un Congreso que justifica su sueldo rindiéndole glorias al carriel), se movió a la velocidad de la luz y empezó a producir lo que se necesitaba en tiempo real. Somos capaces de poner a funcionar al país 24/7, en jornada completa. Somos capaces de cuidarnos y de volver a trabajar de forma segura. Pero lo que no podemos, definitivamente, es seguir encerrados, en la incertidumbre, mientras a puerta cerrada nos destajan la democracia y las pocas garantías sociales que todavía nos amparan.