No fueron elecciones. El domingo 20 de mayo pasará a la historia venezolana como un fraude disfrazado de consulta a la ciudadanía por la que se elegía un nuevo gobierno hasta 2023.
Abstención del 54% de acuerdo a datos del sospechado Consejo Nacional Electoral (CNE), que otras fuentes de ese mismo CNE, citadas por Reuters, ubican en 67%. Si fue abstención récord o no, quizás se sepa cuando haya certeza en las cifras. En las elecciones generales de 2003, el abstencionismo se ubicó en más del 56%, según un estudio del sociólogo Héctor Briceño de la Universidad Central de Venezuela, en el que analiza la participación electoral desde 1958.
Las cifras oficiales del 92,6% de los votos escrutados le adjudicaron Maduro a 5.823.728 votos, equivalentes al 68% del total de 8.603.936 votos emitidos; y al principal candidato opositor, un exchavista que se abrió de la postura abstencionista, Henri falcón, le correspondería 1,820.552 votos.
Falcón a las 21.48 del domingo, hora venezolana, rechazó el acto comicial y denunció que durante la jornada hubo 12.700 “puntos rojos”, lo que equivale al 87% de los centros electorales, ubicados a metros de los centros de dichos votación. Puntos rojos les llaman a los puestos instalados por militantes chavistas en los cuales constataban que los votantes munidos del “cané de la patria” votaron por Maduro a cambio de un depósito de 10 millones de bolívares (USD 143 aproximadamente).
Falcón en su discurso de rechazo a las supuestas elecciones y de reclamo nuevas elecciones también denunció 142 mil casos de “voto asistido”, lo que configura un delito electoral; así también como dijo tener 91.732 denuncias de electores suyos a los que se les impidió ejercer el voto.
Los principales países de la región, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía, que forman el Grupo de Lima no reconocerán la tramposa reelección de Maduro.
Su vecino, Colombia, país tradicionalmente vinculado a Venezuela, ha sido muy crítico a través del presidente Juan M. Santos, quien acusó a su homólogo de “pagar a ciudadanos colombianos para que voten en las elecciones presidenciales de este domingo”.
La administración Trump se había manifestado en el mismo sentido de rechazo a las elecciones sin garantías.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, también fue contundente en rechazar la farsa electoral organizada por un “Estado mafioso”, según lo define el estudio dado a conocer el miércoles 16 por el Centro de Investigación del Crimen Organizado Insight Crime, en alianza con la Universidad colombiana de El Rosario.
También el Parlamento Europeo había rechazado el previsible resultado electoral dado a conocer en la noche del domingo por el Consejo Nacional Electoral (CNE), comprobadamente parcial y denunciado como fraudulento hace un año por los responsables de la empresa que proveía el software hasta 2017 para el cómputo electrónico de los votos.
En agosto, el director ejecutivo de la compañía Smartmatic, Antonio Mugica, la empresa a cargo del sistema de voto electrónico empleado en las restringidas elecciones para la Asamblea Constituyente de Venezuela, denunció que "hubo manipulación del dato de participación". Como se recuerda, Mugica estimaba "la diferencia entre la cantidad anunciada y la que arroja el sistema es de al menos un millón de electores".
¿Por qué no pueden llamarse elecciones a lo que ha organizado el régimen de Miraflores? Porque Maduro comprobadamente hace trampas antes y durante las elecciones.
El acto del domingo estuvo viciado. Los antecedentes del domingo también. Los venezolanos no pudieron escoger libremente entre un grupo de candidatos. En las últimas elecciones presidenciales de 2013, en que Maduro se impuso por 1, 49% a Henrique Capriles, participaron cinco candidatos que estuvieron impedidos de hacerlo el domingo 20: Capriles inhabilitado; Leopoldo López, preso; Antonio Ledesma, exiliado; Diego Arria, fuera del país, al igual que Pablo Medina, ambos con procesos pendientes.
Los partidos más importantes estaban prohibidos: Vanguardia Popular, Primero Justicia, Acción Democrática. De 60 organizaciones políticas venezolanas, solamente 17 están habilitadas para este domingo.
El Frente Amplio Venezuela Libre integrado por miembros de la sociedad civil, sindicatos, academia, Iglesia junto con la MUD y la agrupación Soy Venezuela de la exlegisladora María Corina Machado, llamaron a no participar en "la farsa organizada por organizadas por el CNE y el (gubernamental) Partido Socialista Unido de Venezuela”.
En la región casi exclusivamente la dictadura cubana apoyó a Maduro. Y sí, La Habana apuesta a seguir prendido de esa ubre que solamente en lo que va de 2018 le envió petróleo crudo comprado en el extranjero por valor de US$ 400 millones, según informó Reuters.
Los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de El Salvador, el izquierdista Salvador Sánchez Cerén, fueron otros auspiciantes regionales, a los que se suma Daniel Ortega, cuyo régimen sufre una reacción ciudadana que ha pretendido sofocar con base a la represión.
En Uruguay, país en que la mayoría del gobernante Frente Amplio defiende al régimen venezolano no hubo pronunciamiento, salvo la ambigua declaración de un Ministro: “No nos podemos sentir ni tranquilos, ni satisfechos”.
La estrategia de la oposición venezolana previa al domingo proponía tomarse la calle nuevamente a partir del lunes 21 y medidas de desobediencia civil, como el no pago de impuestos. Con los nuevos datos a la vista la oposición deberá rediseñar su línea de acción. O recompone la unidad averiada por las dudas sobre votar o abstenerse; restaña heridas de los enfrentamientos que ello originó en los dirigentes opositores, baja el tono a las acusaciones de traidor a Falcón y demás; o se mantiene en la desunión de la que Maduro hábilmente se ha aprovechado.
En su discurso de celebración en la noche del domingo Maduro llamó “a un diálogo de reconciliación nacional” para “poder avanzar juntos”. Ya no es la exclusión de quienes no son chavistas. Habrá que ver. Por ahora, una de las triunfadoras de la posición abstencionista, la diputada más votada en las elecciones generales de 2013, María Corina Machado, que fuera despojada de su investidura parlamentaria en 2014, resumió así lo vivido en Venezuela el domingo 20: “Maduro fracasó. El hambre se impuso al miedo. Venezuela ha derrotado a punta de dignidad al chantaje del hambre”.