Durante nuestro recorrido como especie no son pocos los problemas que hemos tenido que afrontar, muchos generados por las condiciones del ambiente (como glaciaciones, sequias, etcétera) y otros producto de nuestra forma de pensar y de entender al mundo, a nosotros mismos y a nuestras acciones (algunas incluso han puesto nuestra existencia en peligro).
Hoy el panorama está cargado de expresiones que reflejan una sociedad en crisis. La pandemia por el COVID-19 ha develado una profunda desigualdad, no solo en Colombia, sino a nivel mundial. El hambre, simbolizada por los trapos rojos, predomina a la vista en muchas calles. El desempleo aumenta de forma vertiginosa a diario. La violencia dentro de los hogares se agudiza. La incertidumbre se apodera de nuestros planes y de nuestros sueños. Muchos, entonces, pueden cuestionar en medio de tan complicado panorama sobre qué es lo importante: ¿la comida?, ¡por supuesto!, ¿el acceso al servicio de salud?, ¡indiscutible!, pero… ¿y el conocimiento científico para la gente?
En nuestras conversaciones predomina el desconocimiento, el miedo y la indiferencia. No en vano las cadenas de noticias falsas viajan a través de las redes sociales casi a la velocidad de la luz, sin contar con que la información no se digiere y no se comprueba... además, no se reflexiona sobre la responsabilidad que hay detrás de enviar o recibir datos que damos por ciertos y que quizás hasta pongan en riesgo nuestra vida o la de otros.
Con eso claro, es válido preguntarnos si una de las medidas más importantes en estos momentos de profunda crisis no debería ser precisamente la promoción global de la importancia del conocimiento científico, pero no solamente ese al cual pertenecen unas pocas mentes, sino el que se requiere para promover en todos nosotros una actitud diferente al miedo (que nos sepulta vivos en nuestras casas) o al desinterés (que conlleva, en parte, al descuido propio del cuidado contra el virus, para retomar nuestra vida de otra manera). No es posible que nuestra mejor arma sea el encierro o la salida irresponsable, no, es de suma importancia la comprensión del problema para poder enfrentarlo sin morir en el intento. La comprensión científica es punta de lanza en ello, y si en cada casa cuyos integrantes no entendieran bien lo que pasa hubiese colgado un trapo, ¿cuántos veríamos?