En momentos en que amplios sectores de la sociedad colombiana se unen en el propósito de construir un país más justo, más solidario, que por fin tenga como objetivo lograr garantizar a todos los derechos consagrados en la Constitución, sectores que aun manejan el poder rechazan esta realidad. Peor aún, lo hacen con mucho odio, con insultos y cuando no, imponiendo estrategias que a la luz de los acontecimientos actuales resultan claramente inoportunas, obsoletas o incendiarias. Como los jóvenes son los grandes protagonistas de las marchas se han convertido en el foco de los ataques que los descalifican, los estigmatizan como violentos mientras ensalzan a quienes los agreden, en su empeño de desconocer esta nueva realidad de la democracia colombiana.
Nace de nuevo esta polarización que nos hace tanto daño como Nación, como sociedad del Siglo XXI, cargada de esos sentimientos tan virulentos que impiden la reconciliación en este país lleno de dolor. Pero debe reconocerse que los más agresivos de todos son esa extrema derecha, aquellos que han vivido llenos de privilegios, los que están dedicados a insultar, mientras el resto que no ha se ha movido en esa burbuja exclusiva, siente que este país empezó a cambiar para bien. Que la democracia colombiana tan anquilosada después de su historia de guerras se está oxigenando, y eso es motivo de sobra para ser positivos sobre el futuro.
Para lograr empezar a cerrar esas inmensas brechas es fundamental entender por qué sectores importantes de este país no logran entender lo que está sucediendo no solo en Colombia sino en América Latina y en el mundo. Es fundamental identificar estos sectores cuyas posiciones demuestran su incapacidad de leer al país. Obviamente el primero es el gobierno Duque y todos sus funcionarios. Las muestras son contundentes: pensar como lo hace abiertamente el presidente Duque que lo que se requiere es una conversación nacional ahora inclusive por internet, demuestra muchas de sus profundas debilidades como mandatario, pero claramente es un reflejo de no querer interpretar el momento actual.
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La vicepresidenta, Martha Lucía Ramírez afirmó, sin sonrojarse, que son las infiltraciones de Rusia en las marchas las que incitan estas protestas
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"Propuestas y no protestas" es una de las últimas frases del presidente, pero resulta que las protestas lo que piden son precisamente propuestas porque muchas de las planteadas por el gobierno como la llamada Ley de Crecimiento, refuerzan la desigualdad, tema central que origina el malestar social. A su vez, la última salida de la vicepresidenta, Martha Lucía Ramírez, ya desborda totalmente lo tolerable por una sociedad inteligente: afirmó, sin sonrojarse, que son las infiltraciones de Rusia en las marchas las que incitan estas protestas. ¿Por qué lo hacen? Estas formas de responder a la situación actual pueden tener un elemento común: evadir responsabilidades buscando culpables que los liberen de la culpa que les corresponde. Sus seguidores se han tomado muy a pecho su papel pero lo que utilizan son ofensas de grueso calibre para demeritar a cualquiera que trate de apoyar especialmente a los jóvenes que salen a pedir cambios.
El otro sector que se niega a valorar positivamente este despertar ciudadano es el de los gremios de la gran producción y algunos de los grandes empresarios del país. En vez de ayudar a que el gobierno entienda que si no da respuestas rápidas a las demandas ciudadanas su capacidad de manejo ya muy precaria se disminuirá aún más, toma la línea dura de justificar la represión y arguye los costos económicos de la protesta. Creen que con reuniones de apoyo al gobierno entre convencidos, logran acallar multitudes que esperan virajes sustanciales en el manejo de lo público. ¿Por qué lo hacen? Obviamente por mantener sus privilegios gracias a los cuales sus crecientes beneficios no se verán afectados. Tienen razón, La Ley de crecimiento es realmente un premio inmenso a su fidelidad a Duque.
Pero además, la razón de fondo de estas actitudes es que tanto el gobierno como la derecha y los gremios siguen convencidos de que nada ha cambiado en Colombia, y que por consiguiente su papel es defender el statu quo y descalificar de manera agresiva lo que se oponga a esa posición. Pero lo que se les debe advertir es que esas actitudes son provocadoras y lo que lograrán es incentivar más la protesta ciudadana, ahora sí con los inmensos costos monetarios y sobre todo de gobernabilidad que asumirá este gobierno ya seriamente debilitado. No se sigan equivocando y si no cambian después no digan que no se les advirtió. Mientras entienden lo que sucede si es que llegan a hacerlo, seguiremos viviendo un clima de insultos y de ofensas que terminarán marginando a este sector, que según las encuestas, es una minoría, así no quieran reconocerlo.
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