Anteriormente escribimos sobre por qué no votar por Fajardo para la presidencia https://www.las2orillas.co/por-que-fajardo-no-en-el-2022/ ; sin duda, ese riesgo ya no existe, salvo en la mente, bastante imaginativa, del propio Fajardo.
Pero hay riesgos mayores, por ello resulta pertinente señalar las razones por las cuales no votar por Federico Gutiérrez, alias Fico.
En primer lugar, porque detrás de Fico están Uribe y el uribismo. Esto sin duda es la razón de mayor peso. El uribismo representa como ninguna otra fuerza política la toma exitosa del estado por parte del narcotráfico y otros tipos de criminalidad organizada.
En él militan figuras notables que combinan narcotráfico y poder político; desde aquel joven funcionario de la Aerocivil que le entregó las licencias de operación a aviones y pistas privadas a Pablo Escobar y a otros narcotraficantes, hasta el primo mismo de Pablo Escobar, pasando por narcotraficantes puros como el celebre Ñeñe Hernández.
La penetración del uribismo por parte del narcotráfico es tal que su vicepresidenta, Martuchis, tiene entre su parentela a un narcotraficante condenado en Estados Unidos, por quien pagó 150.000 dólares de fianza para ponerlo en libertad, y entre sus socios comerciales al Memo Fantasma, paramilitar y narcotraficante que lavaba su dinero sucio mediante las empresas del honorable esposo de la vicepresidenta.
Además, el uribismo sigue defendiendo su discurso de guerra que tantos réditos políticos le ha generado en los últimos 20 años; su permanencia en el poder, a través de Fico, significaría perpetuar la violencia en Colombia y cerrar las posibilidades para lograr una paz completa que quite a la violencia de nuestra realidad cotidiana.
Segundo, porque Fico es el candidato del gobierno Duque. En la sociedad colombiana hay un consenso mayoritario de que la gestión del actual títere de Uribe es desastrosa. Desde antes de la pandemia se desarrolló un poderoso movimiento de protesta contra su gobierno.
La pandemia les dio a los colombianos más razones para protestar contra un gobierno que protege al gran capital y les echó plomo a los jóvenes, usando a la policía y a los paramilitares urbanos. Terminado el cuatrienio estamos ante un gobierno que no terminó su fase de aprendizaje. El momento actual de Colombia impone el dilema de elegir entre cambio y continuidad, y, sin duda, Fico representa la continuidad.
Tercero, porque Fico mismo representa la colaboración entre el poder político y la criminalidad organizada. Mientras fue alcalde de Medellín le entregó la secretaria de seguridad a un agente de la Oficina de Envigado. Este fue procesado y condenado por ello. Colombia ya conoce las consecuencias de tener en la casa de Nari a un presidente relacionado con el paramilitarismo. ¿Qué se puede esperar de un gobierno de quien administró Medellín de la mano de la oficina mafiosa que controla aspectos como el narcotráfico, el sicariato y la extorsión en la ciudad? Lo más probable es la réplica del modelo Envigado a escala nacional.
Cuarto, porque con Fico, como con Duque hace cuatro años, está todo el establecimiento político tradicional. A su campaña se han unido el uribismo, los conservadores, el partido liberal, Cambio Radical, el partido de la U, en fin, todas las fuerzas políticas que han gobernado este país, y que, por tanto, son responsables del desastre actual.
Se unen a Fico para que las cosas sigan como están, porque para ellos todo ha resultado muy provechoso. Aunque a Colombia le haya ido mal, a ellos les ha ido muy bien.
En síntesis, detrás de Fico converge una alianza de todas las fuerzas retardatarias responsables del desastre colombiano.
Desde la corrupción hasta el narcotráfico, pasando por el paramilitarismo, estas fuerzas ven en Fico a un garante de su bienestar, un gobernante que nunca perjudicaría sus intereses. Por las anteriores razones, si se desea construir una sociedad colombiana más justa, Fico no debería ser una opción por la cual inclinarse a votar el próximo 29 de mayo.