Realmente el gran avance de Colombia en cuanto al sector salud está en haber pasado de una Constitución nacional de 1886 de corte liberal a una Constitución política de carácter de Estado social de derecho (igualitarista).
Este momento se da porque históricamente confluyeron las fuerzas políticas en un panorama sombrío de finales de los ochenta permeado por el origen del narcotráfico y en el cual aporto indudablemente el M-19, y claramente en ese instante se introducía un modelo económico neoliberal que abrió hacia un mercado globalizado con la apertura económica (revolución pacífica).
Surge así la Ley 100 de 1993 y el Sistema General de Seguridad Social en Salud, que es la que se pretende replantear en la propuesta que realiza el Pacto Histórico. Para partir me recuerda una frase que dice “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla” que se atribuye inicialmente a Napoleón Bonaparte. Antes de nuestra constitución actual el modelo de salud estaba enfocado a un Instituto de Seguros Sociales (ISS) (demasiado grande con múltiples negocios) y cajas de previsión (demasiadas y muy dispersas) para los que trabajaban y un Sistema Nacional de Salud (SNS) (muy liberal) donde escaseaban los recursos médicos para atender a todos (lo cual parece que ya se nos olvidó).
El ISS y las cajas de previsión se enquistaron como un cáncer que hoy en día han desaparecido por su ineficiencia y su corrupción (eso tan bien se nos olvidó). Esto que ha sido viable en países europeos (ejemplo, España y Reino Unido) y un desastre en los países latinoamericanos. Un SNS con presupuestos ineficientes como sucede en los regímenes especiales y totalmente centralizado.
La solución fue llevar los seguros y los servicios de salud a las fuerzas del mercado donde se supone se iban a generar más eficiencias (lo cual sucedió convirtiéndose en un negocio), se cometieron muchos errores que hoy en día aún se vienen corrigiendo a través de la función reguladora del Estado (se lleva 30 años en ello), sin embargo, el sector del aseguramiento y de los servicios sigue permeado por la corrupción, la respuesta de las instituciones públicas han sido tan lenta en la regulación, los prestadores públicos que se quedaron en el siglo pasado frente a las privadas en eficiencia y calidad y en el aseguramiento prácticamente han desaparecido.
Sin embargo, en un mercado como el nuestro se cumple con el concepto de Enrico Pareto, el 80% (40 millones) de las personas están en un 20% (aproximadamente 200) de municipios donde es posible un mercado de servicios y de seguros de salud y el otro 20% (10 millones) personas están donde no es posible un mercado que corresponden al 80% (aproximadamente 1.000) de los municipios, en esta última es viable el monopolio del Estado en los seguros y servicios de salud, acá en este 20% del mercado es donde tiene toda la razón la propuesta del Pacto Histórico.
Surge entonces la pregunta: ¿Volver a manos del sector público el aseguramiento y la prestación de los servicios de salud? ¿tendrá razón Napoleón? Otro aspecto preocupante de unificar todo en el Estado es la perdida de incentivos (lo cual aplica también para otros sectores) observemos al vecino Venezuela y sabrán de que hablo. Por ello no me gusta la propuesta.
El Pacto Histórico tiene toda en la Atención Primaria en Salud (APS) el cual es un saludo a la bandera (lo que existen son consultaderos desarticulados), el segundo saludo a la bandera las Redes Integradas de Servicios de Salud, allí hay muchas cosas por corregir. Sin olvidar el fundamento económico “las necesidades son infinitas y los recursos son finitos”.
Y en otros aspectos; tiene razón el 'filósofo' Roy Barreras: la gobernabilidad está en el control del Congreso y ya sacaron corriendo al Partido Liberal, hay que tener prudencia y no ser tan ortodoxos, dogmáticos y radicales.