Hace cinco años era el más admirado. Tenía 23 años y había ayudado a Alejandro Valverde a quedar segundo en la Vuelta a España del 2012 en una exhibición poco habitual para un ciclista menor de 25 años. Un año después, luego de un percance mecánico de Valverde, quien era el líder absoluto de Movistar en el Tour de Francia, sirvió para que Nairo se destapara. Una victoria de etapa, la camiseta de la montaña y el mejor joven, además de un histórico segundo lugar, lo ponían en la cima del ciclismo mundial.
En esa época el joven de Cómbita despertaba aplausos por su actitud siempre ofensiva, siempre al ataque. Creían que a los 25 años ganaría su primer Tour, que sería uno de los mejores de la Historia. Pero desde el 2017 para acá Nairo no es el mismo. El primer campanazo ocurrió en el Giro del año pasado. Sin Froome parecía que podría ganar sin problemas la carrera. Se le apareció Doumolin y le quitó la camiseta rosada. En el Tour su actuación fue desastrosa para un corredor de sus condiciones. No quedó ni entre los diez primeros.
La inconformidad creciente no era por los resultados sino por su comportamiento. Los aficionados lo juzgaban demasiado chuparrueda, demasiado especulador. Dentro del mismo lote de ciclistas se despertaban las críticas. Nairo nunca daba un relevo y, como dijo el director del diario español As, estaba más pendiente de mirar para atrás y no para adelante.
Hace mucho un ataque de Nairo no hace mella. Él, cuando puede, responde y si ataca siempre le hace un gesto con el codo a su rival para que pase al frente. Por eso en la etapa del sábado no se pudo poner de acuerdo con su compatriota Miguel Ángel López y los atraparon. Un día después su actitud especulativa despertó la ira del siempre impasible Samuel Yates quien le reclamó airadamente no pasar a dar relevos y ayudarlo en la etapa de Lagos de Covadonga.
En redes los aficionados europeos lo masacraron, un malestar que ya se extendió entre el propio pelotón internacional quien lo ven como una figura mezquina, tacaña, poco generoso. En redes hubo un comentario que primó por sobre otros “Nairo saca lo peor de mi”. En carretera los insultos de los aficionados españoles son cada vez más comunes. No le creen y lo quieren ver siempre al frente. En defensa el boyacense dice que no tiene piernas, que le duelen, que está reventado, que lo intentará. Si fuera el mismo corredor de hace unos años, con el cartel de ciclistas que hay en la Vuelta, Nairo ganaría enfermo como se impuso en el Giro del 2014. Lamentablemente, a los 28 años, está teniendo una temporada muy mala. Sin embargo, para un corredor de sus condiciones, una temporada mala incluye una etapa en la vuelta a Francia y un tercer lugar provisional en la Vuelta.
Falta una semana y todo puede pasar. José Luis Arrieta, su técnico, dice que le bastará un solo momento de inspiración para llevarse la Vuelta. Por lo pronto no va a tener el apoyo del pelotón quien lo considera un pequeño tirano. Nadie le dará un relevo, ni un gramo de energía por él. Tendrá solo sus piernas y un coraje que, al parecer, ya no lo tiene tanto.