Nairo Quintana es Colombia. Basta verlo y escucharlo para entenderlo. Aunque es varios centímetros más bajo que sus rivales, Nairo sabe moverse con inteligencia en el pelotón, no necesita tener un súper equipo para ser protagonista de una carrera tan importante como el Tour de Francia.
Si, Egan Bernal se ganó el Tour en el 2019, un sueño que nadie creía que podría ser posible. Egan coronó lo que fue esta generación de ciclistas que parece extinguirse. Pero Egan no transmite lo de Nairo, un tipo con el color de piel de nuestros ancestros, un campesino esforzado acostumbrado a dar siempre más de lo que esperaban de él. Como lo de este año, cuando nadie daba un peso por Nairo quien a sus 32 años tiene que ver como apareció otra súper generación de Monstruos del pedal como Vingegaard o Pogacar y él estuvo ahí, increíble, vigente después de 10 años, logrando mantener un cuarto lugar en el Tour, todo un logro para un deportista que lelva cinco años sin estar en un Top 5 de una gran vuelta.
Nairo no necesita ganar un Tour para ser más querido que Egan. Su historia, la de su familia en Cómbita, un papá con problemas para caminar, un relato de esfuerzo en donde él mismo tenía que llevar a su hermana sobre el paral de su bicicleta todos los días al colegio, subiendo un páramo de 15 kilómetros. Por eso estamos felices, a pesar de que este 20 de julio Nairo perdió sus opciones de podio.
Al cruzar a la meta Nairo afirmó que ahorró combustible para la batalla final que será en los Pirineos este jueves 21 de julio. No gastó más de la cuenta. Siempre inteligente, calculador. Nairón es el campesino colombiano luchando contra todo, contra todos los obstáculos. Otra vez Nairón da más de lo que se le pide, sin ganarse el odio de nadie, concentrado en su deporte.
Es desolador saber que no vienen detrás suyo corredores de su talento, de su capacidad de sufrimiento. ¿Quién nos dará gloria cuando te vayas Nairón?