No es la primera vez en Colombia que un columnista de prestigio sale despedido de un medio de comunicación influyente y de gran tradición periodística. En este caso, la revista Semana tomó la decisión de prescindir de Daniel Coronell, a mi entender manejando su libertad y propia autonomía, que es algo válido, lógico y no censurable dentro de las políticas independientes de una empresa cualquiera. Así mismo, Daniel Coronell obró dentro de los parámetros del periodismo libre y de manera autónoma decidió publicar una columna que para muchos denunciaba o cuestionaba a su propia casa, a la que perteneció durante varios años, a sabiendas de afrontar las consecuencias, como de hecho se presentaron.
Y es que hoy en día, la libertad de prensa tiene más dientes que antes, un ejemplo: Coronell podrá, si así lo considera, crear su propia plataforma digital y continuar con sus juiciosos documentos periodísticos, con su estilo y objetivo de rígida investigación. Lo anterior, lo pondrá de manera universal frente a una comunidad virtual que de hecho ya posee un auditorio importante, e incluso con la polémica de su salida de Semana, posiblemente tendrá mayores lectores y seguidores, un pronóstico que por lo menos es real para la primera publicación que lleve a cabo luego de su ausencia en el grupo editorial de López y los Gilinsky. Por su parte, Semana llamará y vinculará a un nuevo columnista en reemplazo de Coronell, una decisión que no es fácil, por el éxito y lo polémico del anterior, pero lo logrará y poco a poco los lectores comenzarán a acostumbrarse y a crecer en seguidores, claro está, sino no se equivocan en la selección los directivos de la afamada revista.
Lo cierto es que nadie es imprescindible en ninguna parte, unos se van y otros llegan, el mismo Coronell lo sabe, él es también empresario. Los románticos académicos y empíricos del periodismo, sacando pecho, dirán que se actuó contra la libertad de prensa, no es así porque la columna fue publicada, que lo despidieron y es un atentado con el periodismo y mal antecedente para la estabilidad del oficio, pues no, ya lo afirmé, los dueños de las empresas pueden manejar sus criterios con libertad absoluta y en el momento que consideren.
Las redes sociales han explotado sobre este tema de diferentes maneras, por ejemplo, la solidaridad a Daniel y a la profesión del periodismo, impulsos mediáticos a los que estamos acostumbrados y derivados de la pasión y no necesariamente de la razón en la mayoría de los casos, también de la ignorancia y desconocimiento de lo que el mundo abierto de los medios de comunicación ofrece hoy en día, sus escenarios virtuales infinitos y posibles. A esto también le han aplicado la coyuntura política y la polarización desgarrada que vive el país, que con este hecho ganó el uribismo y perdió la oposición, tampoco es real, pues desde otro balcón estará allí Daniel Coronell con sus acostumbradas columnas de denuncia e investigación y la rueda no termina, los opositores a él también libremente podrán defenderse o confrontar con sus propias herramientas. Diría con cabeza fría que Coronell cumplió una etapa y le llegó quizás en el momento menos pensado, aunque siendo él muy inteligente, antes de, ya detectaba que esa última columna podría ser de hecho la última en propiedad con la revista Semana.
Ahora y cuanto antes, el reto es para ambos, Daniel a ubicarse en el sitio exacto con su columna para continuar creciendo en su estilo y Semana por su parte nombrar el reemplazo indicado, al fin y al cabo, el tiempo lo dirá… reitero nadie es imprescindible, un mensaje para todos del gremio periodístico y más aún, muy directo, para los columnistas que permanecen vigentes del Grupo Editorial Semana.
