Según la revista Nature antes de la llegada de los españoles la población de México era de unos 25 millones. Un siglo después era apenas un millón. ¿Qué pasó, fue un desastre demográfico o un holocausto causado por los españoles? Dos explicaciones principales se debaten en círculos académicos. Murales como los de Diego Rivera acentúan el maltrato y expolio de la cultura aborigen por los conquistadores. Por el contrario las primeras ilustraciones en crónicas indígenas muestran erupción cutánea, vómito y gran postración de los conquistados por una enfermedad que ellos no conocían antes. Los más probable es que se trate de un evento multifactorial y que las dos causas, lo político-económico y lo biológico, concurran en la tragedia.
Investigaciones recientes han mostrado evidencia de una infección por Salmonella enterica Paratyphi que causó la muerte de un 80 % de la población indígena en 1545 y del 45 % de los restantes en 1576. Estos datos numéricos se conocen partir de censos de habitantes españoles y nativos de México en ese siglo. Ocurrieron seis brotes de la enfermedad pero esos dos fueron los más serios. Los mexicas la llamaron Cocoliztli (el mal o la peste en español) Los arqueólogos y genetistas han estudiado el cementerio de un villorio, Pueblo Viejo de Teposcolula en Oaxaca, aislando el ADN de la bacteria en la pulpa dentaria de 24 individuos enterrados ahí. El pueblito fue abandonado, como en los relatos de Juan Rulfo, debido a la enfermedad y su mortalidad en 1750. En cráneos y restos humanos de indígenas de épocas anteriores no se ha encontrado la bacteria. El microbio es frecuente en cadáveres europeos de hasta 200 años antes. Por lo tanto se deduce que la epidemia llegó con los conquistadores. Estos últimos pertenecían a una población humana que conocía, inmunológicamente y en su evolución, la bacteria. Por eso morían solo aborígenes americanos y no españoles, explicándose así el desastre demográfico en México.
El Cocoliztli, según las crónicas, era una enfermedad letal en 9 de 10 casos tras un curso de 4 o 5 días. Se presentaba con fiebre alta, dolor de cabeza y abdominal, diarrea, vómitos e ictericia. Los pacientes “enloquecían” y mostraban gran ansiedad. Todo lo cual cuadra con la clínica de las fiebres llamadas tifos en la medicina clásica. El nombre viene de Typhos que en griego significa humo, estupor, confusión y hace referencia al estado mental obnubilado y desorientado de los pacientes. Aunque es peligroso trasladar la descripción semiológica de siglos atrás a nuestro lenguaje médico lo que narran las crónicas es perfectamente compatible con las infecciones por bacterias del genero Salmonella. La ictericia y las manchas por sangrado en la piel se explican por el compromiso hepático con obstrucción biliar y trastornos en la coagulación de la sangre. Entonces a mí sí me cuadra que la Cocoliztli era una salmonelosis.
Entonces esa Cocoliztli que mató a gran parte de la población del México conquistado era una enfermedad bacteriana según los últimos estudios. Es importante esta investigación pues hasta ahora se había adjudicado la disminución de la población aborigen en América a enfermedades virales. Se supone que en nuestro continente no había muchas enfermedades virales antes del contacto con los europeos. Una excepción sería el HTLV-1 causa de la paraparesia espástica del Pacífico y linfomas, virus que parecemos compartir con poblaciones asiáticas y que llegó a nuestras tierras en migraciones prehistóricas.
Los aviones parecen ser ahora
los imperialistas galeones “conquistadores”
de la sociedad de consumo
Tras el segundo viaje de Colón en 1493 se describe en Santo Domingo una epidemia de influenza viral que redujo la población original de la isla en más de un 90%. Observemos como demostración que en República Dominicana y Haití no hay minorías indígenas hoy, predominando la población afrodescendiente llevada a esos territorios como esclavos para reemplazar a los fallecidos por enfermedad y malos tratos.
Después en Tierra Firme epidemias virales de viruela y sarampión tendrían los mismos efectos. Se cuenta que cuando Pizarro llegó a Perú desde Panamá ya el Imperio de los Incas estaba sufriendo y debilitado por una enfermedad nueva. El activo comercio con piraguas entre el istmo centroamericano y los Incas a lo largo de nuestras costas pacíficas llevó el virus antes de Pizarro.
Todo esto puede enseñarnos algo hoy. Los viajes por el mundo de los seres humanos tienen efectos importantes, a veces catastróficos, en la salud. El año pasado las aerolíneas transportaron por todo el mundo 4 billones de pasajeros, el doble de hace doce años¿Cuántos microbios estamos llevando de aquí allá? El futuro nos lo dirá. El único peligro del turismo no es enloquecer de aburrimiento o frustración en lejanos aeropuertos. O en monótonos y superficialmente “higiénicos” cuartos de hotel. Los aviones parecen ser ahora los imperialistas galeones “conquistadores” de la sociedad de consumo. Nosotros, los conquistados.