Recientes investigaciones han revelado matices fascinantes del latido de la esencia de la vida, mostrando que nuestras "decisiones de corazón" podrían tener una base científica más profunda de lo que imaginábamos.
Se ha descubierto que nuestro corazón alberga unas 40.000 neuronas, idénticas a un milímetro cúbico de nuestro cerebro. La conexión entre el corazón y el cerebro es, por tanto, más compleja e íntima de lo que sugeriría su distancia física.
Morir de corazón roto, es real, médicamente conocido como el síndrome del corazón roto o miocardiopatía de tako-tsubo. Este trastorno mimetiza los síntomas de un ataque cardíaco. Este síndrome puede desatar una tormenta en el corazón a través de la profunda tristeza o el estrés.
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Los músculos papilares y los cordones tendinosos se tensan y podrían llegar a romperse bajo la carga de emociones extremas, puede pasar por un proceso de necrosis, dejando en algunos casos una cicatriz permanente, literal y metafórica, física y mental de la experiencia vivida.
En raros casos, puede ser fatal, pero mayormente, el corazón muestra su capacidad para recuperarse, sanando sin dejar huella.
Es por ello importante cuidar nuestra salud emocional. En un mundo caótico, a veces parece que el aire se nos escapa y el pesar duele físicamente. Es crucial, en estos momentos, recordar cómo respirar, cómo vivir, como serenarse y permitir que nuestros corazones se llenen de transparencia y amor propio.
Este síndrome destaca la necesidad apremiante de aprender más sobre la interconexión entre nuestras emociones y la salud física. Aún estamos rayando la superficie en el entendimiento del impacto de nuestras emociones en la salud cardíaca. Mientras tanto, escuchar a nuestro corazón tiene un nuevo significado: aprender a interpretar el lenguaje entre las palabras y las emociones.
El dolor a vivir, la puñalada en el corazón, de nuestro lenguaje poético, tiene raíces en la realidad biológica. La próxima vez que sientas que tu corazón "se rompe", recuerda: es un aviso para cuidarte, para sanar y para proteger ese motor vital que te mantiene vivo y palpitante de posibilidades.
El corazón, en toda su transparencia, necesita tanto de amor como de oxígeno: ambos son vitales.