Hubo un momento en el que Marlon Moreno era el hombre más conocido de Colombia, el más famoso. Su talento no dejaba discusión. Hasta los más exigentes, los que no veían el Capo porque despreciaban las narconovelas, se derretían ante interpretaciones suyas tan poderosas como Perro como perro. No había un actor más consagrado pero igual en el 2014 se tuvo que ir a Los Angeles a aprender inglés y a guerrerarla. En Colombia no la tenía seguro y tenía además que quitarse de encima el estigma de ser siempre el Michael Corleone colombiano.
Lo mismo le pasó a Angie Cepeda quien después de hacer Las Juanas se tuvo que ir a España. Angie en los noventa era tan famosa que estaba en la portada de todos los cuadernos de los bachilleres. Allá se consagró en películas tan importantes como Pantaleón y las visitadoras del peruano Francisco Lombardi y por acá no volvió a hacer nada, son talentos internacionales como Juana Acosta, quien también abandonó el país a comienzos de este siglo.
Juan Pablo Raba es de los pocos que les va bien y su manager se mueve de maravilla en Hollywood como el de Natalia Reyes quien hasta se dio el lujo de protagonizar Terminator después de haber hecho la historia de Lady Tabares en Caracol. Sin embargo a la mayoría de la gente que se va al exterior, sin importar que tan estrella haya sido en el país, le va muy mal. Es durísimo pasar un casting. El idioma no se maneja tan bien como se cree.
Hace poco hablamos con Luis Fernando Motoa y decía que, lejos de sentir que se había encasillado haciendo de Carlos Alberto en Padres e Hijos le agradece a la vida ese papel porque le permitió trabajar ininterrumpidamente durante años. Trabajo es lo que menos tienen estas super estrellas. Miren no más a Ana María Orozco, después de protagonizar la telenovela más exitosa de la historia de Latinoamérica se tuvo que ir a Argentina, cansada de trabajar por tan poco en jornadas de 18 horas y rehacer su vida en ese lugar desde el 2001 y ahí ha podido hacer una carrera digna.
Si, ser actor en Colombia es duro, durísimo y sobre todo cuando se tiene un pensamiento propio como es el caso de Santiago Alarcón y Julián Román, quienes también tienen proyección internacional pero no renuncian a dejar el país. Con estos salarios y como se va a poner la situación después de la pandemia, va a ser realmente difícil que ellos puedan sostenerse en el país. Otros cerebros fugados se irán de Colombia.