De los poco más de 7 millones de habitantes que tiene Bogotá, más de la mitad utiliza el transporte público, ya sea en los articulados de TransMilenio o en los buses del SITP. En su mayoría son bastante amplios, cuentan con una buena cantidad de sillas y un buen espacio para ir de pie. Por lo que hasta el momento no se habían generado quejas al respecto. Sin embargo, con la llegada de los famosos torniquetes anticolados, todo ha cambiado.
Estructuras diseñadas para que la entrada del pasajero sea muy precisa y no se pueda saltar la entrada de ninguna forma. Aunque parece que sí cumplen su función, están causando varias dificultades a algunas personas con diferentes circunstancias especiales.
Empezando por las personas de tallaje grande, quienes han manifestado tener problemas para entrar por el poco espacio que queda entre el torniquete y los tubos de soporte. Silvia Quintero, integrante del colectivo Gordas sin chaqueta, expresó que cuando se va subir y no pasa por el torniquete, pide que le abran la otra puerta y los conductores tienden a enojarse.
Pero estas personas no son las únicas afectadas, también lo son quienes presentan alguna discapacidad, mujeres embarazadas y personas con niños o que llevan bolsas y maletas de gran volumen.
Gracias a eso, el Concejo de Bogotá, está tratando de retirarlos de los buses para que los usuarios puedan acceder de una manera más cómoda. No obstante, según un medio nacional, la entidad de transporte público respondió que debe pasar de forma lateral y no de frente. Pero no sería una solución pues algunas personas tampoco pueden entrar así.
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