Muchos de los artículos y de la tecnología que usamos cada día fueron inventados por suecos: el fósforo de seguridad, los sistemas de refrigeración por absorción, el cinturón de seguridad de tres puntos, el mouse, la dinamita*,la escala Celsius, Spotify, Skype, el Bluetooth, el GPS, el Tetra-Pak, y la cremallera moderna(entre otros). Las proporciones son importantes para analizar lo exitoso que ha sido este país en temas de innovación: en este ranking de patentes podemos ver a Suecia en el tercer lugar, con 1.990 habitantes/patente (cincuenta patentes por cada cien mil habitantes).
Hay muchas posibles explicaciones para que esto suceda. Por ejemplo, el Banco Mundial dice que Suecia es el tercer país que más invierte en Investigación y Desarrollo en relación a su PIB: 3,37% en 2011. Esto indiscutiblemente tiene un impacto sobre la capacidad que tiene un pueblo para producir innovaciones: buenos profesores, dinero para investigación, intercambios académicos, equipos y laboratorios, etc.
Por supuesto, las condiciones sociales y geográficas también tienen influencia sobre lo que hacen sus habitantes. Por ejemplo, cuando uno visita Suecia se da cuenta de que nadie necesitaba más que se inventara la dinamita* que los suecos; muchas de sus ciudades están asentadas sobre enormes rocas y para poder construir necesitan reventarlas/perforarlas todo el tiempo. Por otro lado, los suecos son reconocidos por ser innovadores en el diseño de muebles de interior. Esto es fácil de explicar cuando uno se da cuenta de cuánto tiempo pasan encerrados en el interior de casas y edificios (el invierno es un poco frío en Suecia). Mejorarlos parece ser un tema de supervivencia. Otros dicen que son organizados y creativos porque tienen que planear muy bien debido a las estaciones… etc., etc.
Pero yo quiero hablar de algo que me ha impactado profundamente mientras he vivido aquí: el acceso universal a la educación. Aunque los niveles de inigualdad han aumentado incluso en Suecia (Thomas Piketty muestra estas tendencias en todo el mundo en su libro Capital en el Siglo XXI), las universidades son un suelo común para todos. La educación superior en Suecia es gratuita para todo el mundo (hasta hace poco, literalmente). En las universidades encuentra uno a todo tipo de personas: desde el hijo del presidente de la supercompañía, hasta el hijo de una pareja de refugiados que huyen del caos en Somalia (o en Colombia). En la universidad, todos tienen las mismas oportunidades de demostrar sus competencias, de discutir con quien sea en los mismos términos, de acceder a la misma cantidad y calidad de información, a usar los mismos laboratorios y equipos y escuchar a los mismos profesores. La igualdad perfecta es una utopía, pero para mí este es un sistema que reduce la brecha de oportunidades entre los que tienen y los que no. Por supuesto, el hijo del presidente de la compañía tiene muchas ventajas en cuanto a la fortuna que hereda, los contactos que tiene, las palancas que pueden mover sus padres y el acceso a la élite que le puede brindar su círculo de amigos. Pero el hijo de los refugiados puede demostrar, lado a lado, que es igual o más competente técnicamente, que es igual o más creativo, que es igual o más capaz de manejar una empresa. Y entonces nos acercamos más a la sociedad que muchos soñamos, una sociedad en donde la meritocracia sea la norma, no la excepción.
Trataré de ilustrar mi punto. El año pasado visité Colombia, invitado por la Embajada de Suecia a un seminario de innovación en Medellín. Los panelistas pertenecían principalmente a la industria (Volvo, Scania, Spotify) y la academia. Un invitado muy especial era un joven paisa que ganó un concurso, entre varios miles de participantes de todo el mundo, creado por la empresa sueca Electrolux. Se preguntarán qué tenía de especial este joven. Pues además de su increíble creatividad y capacidad de innovar, este joven era uno de los beneficiarios de las becas que entrega EPM a familias de pocos recursos en Antioquia. Este joven tuvo la oportunidad de acceder a todos los recursos que mencioné más arriba. Este joven pudo estar en el lugar donde la gente está invitada a opinar, donde la información fluye e inunda, donde dudar y preguntarse críticamente acerca del funcionamiento de la naturaleza es permitido y promovido y ocurre bajo las mismas condiciones para todos. Este joven tuvo la oportunidad de hacerse escuchar. Esta fue su idea, MAB:
Mi punto, por supuesto, no es que las cada vez más costosas universidades privadas no generen patentes o futuros millonarios. Mi punto es que cuando el acceso a estos espacios lo decide la cantidad de dinero que nuestra familia tiene, se pierden cientos de miles de mentes creativas, de ideas, de ganas y de capacidades. Se pierde el último espacio en donde no se compite basado en la escala social, las palancas, o las propiedades materiales, sino basado en la inteligencia, la creatividad, la responsabilidad y la capacidad de pensar críticamente, lo único que nos diferencia de los animales no-humanos. Se pierde la última plataforma nivelada a partir de la cual se puede comenzar a progresar en los mismos términos. Últimamente, se pierde creatividad, innovación, patentes y competitividad, componentes fundamentales de la fórmula económica moderna.
* Nota de cultura general: se dice Nob[é]l (con acentuación aguda en la e).