A pesar de que las universidades públicas como la Nacional de Colombia, la de Antioquia, la Pedagógica Nacional, la del Valle o la Industrial de Santander ocupan los primeros lugares en los rankings de universidades del país en ofertar programa de calidad, los estudiantes del programa nacional Ser Pilo Paga (SPP) prefieren mayormente las universidades privadas. 82% de los 31.940 SPP están matriculados en la universidades privadas, todos ellos provenientes de 990 municipios del país y en un 75% egresados de colegios oficiales.
El programa SPP como política focal del ministerio de Educación otorga becas-créditos condonables para que jóvenes sisbenizados de estratos 1 y 2 con desempeños iguales o superiores a 342 puntos en la prueba saber 11° accedan a programas profesionales universitarios.
En la preferencia de las universidades privadas, algunos de los principales argumentos presentados por los pilos, aunque con disimiles realidades, razones o motivaciones son los siguientes:
En primer lugar, en las universidades privadas se presenta una menor interrupción del semestre, lo que garantiza una mayor normalidad académica. En este sentido, el cese permanente de actividades académicas por parte de los maestros, empleados o incluso de los mismos estudiantes es un factor determinante a la hora de decidir donde estudiar. Porque al extenderse los semestres o en casos críticos suspenderse aumenta el tiempo de graduación, lo que desacelera los ritmos de aprendizaje o de estudio y termina incluso desmotivando la permanencia académica y generando fracaso universitario. Según la OCDE, en Colombia, la tasa de deserción en educación superior es una de las más altas de América Latina con un 10,4 % y de 100 compatriotas solo un 48% acceden a instituciones universitarias, técnicas y tecnológicas.
En segunda instancia, la preferencia de los estudiantes por la universidad privada también obedece a una especie de “status de posicionamiento” o imaginarios sociales positivos del sector privado frente al público. Aun teniendo las universidades públicas condiciones iguales o incluso superiores en infraestructura, laboratorios, nivel de investigación, reputación, exigencia académica, titulaciones en sus profesores y calidad certificada, los pilos argumentan encontrar en la universidades privadas una mayor flexibilidad académica, un mejor marketing, destacados resultados en pruebas Saber Pro, grandes convenios internacionales, innovación de sus ofertas académicas y una mejor posibilidad de empleabilidad como egresados.
Estos aspectos marcan la diferencia y promueven la desbandada de jóvenes que corren a matricularse en el sector privado. Lo crítico del asunto es, por ejemplo, que por un estudiante de medicina la Universidad del Valle recibe en promedio $6,5 millones, mientras las privadas un poco más de $20 millones, dependiendo del valor de la matrícula en la universidad. Es decir, el costo per cápita no es equivalente, ni equitativo. Con los costos que estudia un pilo en la privada se podrían generar tres cupos en la pública. En sentido similar en días pasados el rector de la Universidad Pedagógica Nacional, Adolfo León Atehortúa, expresó: “El programa de SPP debe replantearse, teniendo en cuenta su sostenibilidad a largo plazo, el programa SPP forma poco más de 30.000 estudiantes con la misma cantidad de recursos con que las universidades públicas forman más de 500.000 por año”. Queda claro que aunque es loable la intencionalidad social de promover oportunidades académicas, el programa SPP se convierte en una exclusividad educativa para un grupo reducido de estudiantes académicamente privilegiados que tan solo corresponde a un 4,5% de la matrícula total. Con ello, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) genera no solo un desbalance presupuestal, sino una marcada tendencia a la privatización de la educación pública.
Recordemos que de las 47 universidades acreditadas en alta calidad en las que pueden estudiar los pilos corresponden al 16 % del total de universidades del país. De estas 14 son universidades públicas, 28 privadas y 5 de carácter especial; es decir que están adscritas al MEN, pero que no reciben recursos del sector oficial.
Es importante aclarar que la crisis presupuestal de las universidades públicas no se debe exclusivamente a la priorización del programa SPP por parte MEN. Hay otras variables importantes como la debilidad administrativa de las propias universidades, los conflictos internos, la casi nula gestión y oferta de servicios, sumado a la falta de una efectiva política pública de fortalecimiento de la educación estatal por parte del gobierno nacional.
Solo los gastos reales de funcionamiento e inversión de las universidades públicas se incrementaron en los últimos 5 años en promedio un 10,69% anual, mientras sus ingresos solo un 3,1%. Así, es imposible ofertar calidad, subsistir o incrementar la oferta académica, porque los gastos de funcionamiento crecen a un ritmo superior a los dineros girados por el gobierno nacional. Señora Ministra Yaneth Giha, para alcanzar una Colombia educada y una educación como derecho al alcance de todos se necesita robustecer la inversión presupuestal en educación pública y tener lineamientos pertinentes, no meramente indicativos, sin obligatoriedad alguna en su cumplimiento como sucede con los expresados en el Plan Nacional Decenal de Educación 2016-2026 “El camino hacia la calidad y la equidad”. De lo contrario, se avizora el cierre o modificación del programa SPP y/o la continuidad del nefasto deterioro progresivo de la educación oficial. En la que educarse con calidad es inequitativo, porque estudiar en Colombia se asume realmente como un privilegio de saber escoger dónde y cómo hacerlo.