Pasto tenía una organización religiosa política y económica muy particular; mientras las demás dependían política y religiosamente de otras ciudades como Popayán y Quito, esta dependía eclesiásticamente del obispo de Quito, pero en la parte civil de Santa Fe de Bogotá.
En la parte económica, Pasto tenía una organización muy diversificada. El 13 de marzo de 1586, Don Alonso Carrillo agrupó a los veintiún poblados indígenas que se asentaban alrededor de la ciudad, especializando a cada uno en un determinado producto. Por ejemplo, a Catambuco se le especializó en papá; a Abonuco, en zanahoria; y a Mocondino, en los ollucos. Lo mismo sucedía con el maíz, la cebolla y demás productos necesarios para el abastecimiento de la población; además, encontramos climas cálidos muy cerca en los cañones del río Pasto y el Juanambú. Por lo que se cumplía así con una función social y económica muy efectiva.
De igual manera, Pasto contaba con sus propios dirigentes a diferencia de las grandes ciudades donde las autoridades eran enviadas directamente desde España. La aristocracia pastusa era gente muy educada y preparada para los actos de gobernanza.
Ahora bien, Quito quería que Pasto fuera una provincia dependiente tanto eclesiástica como políticamente de ellos, por lo que se dieron varias disputas que dejaron dolor y sufrimiento a nuestra comarca. El 22 de septiembre de 1811, dos ejércitos se dirigieron hacia Pasto, uno conformado por 5.000 hombres desde Quito y otro por 3.000 desde Cali, detrás de 1200 libras de oro escondidas en las tapias del templo de Santo Domingo, hoy Cristo Rey, enviados por Don Miguel Tacón con destino al puerto de Barbacoas para sacarlas del país.
Otro acto sucedió en las campañas del general Nariño, quien saqueó los templos en Popayán y venía a Pasto con la misma intención. Recordemos que Pasto era la capital religiosa de Colombia y aún se considera así. Esa fue una de las razones por las cuales encontramos mujeres pastusas peleando en la batalla de Calibío. Los indígenas eran supremamente religiosos y adoraban al rey como producto de la evangelización.
En Pasto no existía un ejército regular, las batallas se luchaba con milicias y esto marca una gran diferencia, puesto que los milicianos después de cada batalla regresan a sus hogares; por esta razón el concepto de protección de su ciudad es diferente al de un soldado raso dado que el miliciano se juega a muerte la seguridad de sus familias.
Con esos antecedentes Bolívar no podría encontrar otro escenario, esta población era reacia a esta campaña y desconfiaba de las ideas libertarias; dado que en el pasado solo había dejado saqueos y violaciones a lo más sagrado de sus convicciones.
Fue una constante que los ataques a Pasto se hayan realizado en épocas sagradas; por ejemplo Nariño lo hizo en plena semana santa de 1814 y Bolívar el domingo de Pascua, un 7 de abril de 1822. Por ello consideramos que no es casual que el martirio del pueblo pastuso se haya realizado un 24 de diciembre de 1822, encontrándose vigente el tratado de regulación de la guerra de Trujillo, suscrito entre Bolívar y Morillo el 26 de noviembre de 1820 el cual imponía la obligación de respetar a los pueblos vencidos.