No salgo de mi asombro como periodista sobre cómo los medios de comunicación le dan a Uribe el rango de presidente, cuando este no es más que un expresidente y un personaje que ya no reviste la mayor importancia a nivel nacional.
El señor Uribe niega rotundamente que él no tiene nada que ver con el gobierno Duque y sin embargo sale en su defensa cada vez que su gobierno está patinando ante los colombianos y ante la opinión pública, como ya ha sucedido en varias ocasiones donde con sus trinos sale a defender el "buen trabajo" de su pupilo. Ahora, con ocasión de la reforma tributaria, diseñó toda una estrategia de defensa de Duque y prácticamente le echó el agua sucia a Carrasquilla, diciendo que no lo había consultado y que no sabía que esa reforma era dañina contra el Centro Democrático.
Además, usa varias estrategias como la de mandar a sus hijitos a visitar a Duque y brindarle su respaldo y "consejos" para que presente una buena reforma, claro que de paso le conviene a Tomás darse su champú como posible candidato del CD a las próximas presidenciales. Luego, Uribe propone cambios a la reforma y toda la prensa sale en carrera de marrano a escuchar sus "propuestas salvadoras". Es como si Colombia dependiera de todo lo que dice o se le ocurre a Uribe, casi como si fuera un mesías poderoso que todo lo sana. Esa costumbre ya la están aplicando todos los medios de comunicación, causándole un gran daño al país, porque desvían la atención de quienes deben por hacer esos ajustes desde el Congreso.
No estoy de acuerdo, como creo que lo están la gran mayoría de los colombianos, con la idea de que el señor Uribe es el gran faraón, dios y el salvador de Colombia.