Existe una gran preocupación de que después del posconflicto empiece a darse una guerra urbana, pero también de clases sociales. Todas las personas que habitamos el país —donde la mayoría son obreros, muchas veces mal pagos, y el inconformismo social crece y crece al ver que por más esfuerzo las personas llegan a edades adultas en la pobreza o llenas de deudas— sabemos que unos pocos son los dueños de todo.
Haciendo esta antesala, uno ve con gran desilusión que al ocurrir algunos actos de criminalidad en la ciudad de Bogotá, en especial en barrios de clase alta, salen todos los medios a dar la noticia. Además, la policía, la alcaldía y demás miembros del poder reprochan con toda su energía este tipo de actos que obviamente son censurables y detestables —es más, deben ser atacados de frente y con todo el peso de la ley dando la prioridad para resolver este tipo de terrorismo—. Sin embargo, eso debería ser así con toda la ciudadanía.
Ahora bien, pongamos unos ejemplos para que se hagan a una idea de lo que me refiero. Si bien existen muchos en los últimos años, me enfocaré en estos:
- El primer caso que deseo exponer ocurrió hace más de un año y fue el robo de una iglesia en el barrio Chicó en la capital del país. Unos ladrones entraron al lugar y atracaron a un grupo de personas que se encontraba allí para rezar.
- El segundo caso es el del cantante Carlos Vives cuando le fue robada la bicicleta, también en el barrio Chicó de la capital.
- El tercero y más reciente caso en Bogotá es el de una señora en estado de embarazo, en un barrio de ricos como lo es Rosales, que recibió tres tiros en el cuello por intento de robo al auto que conducía.
Podría dar más ejemplos con las mismas características —robo a ricos en barrios de ricos, donde la respuesta por parte de autoridades, medios y ciertas personas de influencia fue contundente, e incluso salieron al unisono a reprochar esta situación—, pero no es la idea. El punto es que cuando algo así ocurre en los barrios populares, donde los atracos son por el mismo estilo o en algunas ocasiones incluso hay mayor salvajismo, la información es tratada como de tercera. Además, rara vez existe un pronunciamiento de la alcaldía o la policía y menos del concejo de la ciudad.
El establecimiento del país (medios, políticos, empresarios) debería saber que en los barrios populares de la capital la ciudadanía a diario es víctima de atracos, puñaladas y hasta de baleadas por estos actos bárbaros que tienen azotada a toda la capital. Sin embargo, para estos casos no existe una análisis profundo del porqué de esta delincuencia extrema, ni mucho menos del porqué de este tipo de barbarie salvaje contra las personas; esto independientemente de su condición económica y social.
Ciertas personas viven con el temor de que una guerra de clases se desarrolle en Colombia, lo cual sería algo fatal para el país. Esto se ve reforzado al ver este tipo de reacciones por parte de las autoridades, en donde toda la atención, reacción y soluciones la reciben solo ese pequeño grupo de personas que habitan esos barrios de clases favorecidas de la ciudad. Por eso, muchos creen que estamos ante un Estado que solo desea brindar seguridad a los más ricos y a sus respectivos aliados.
En los barrios populares de la ciudad esto es pan de cada día y no existe tanta indignación y reproche por parte de altos funcionarios del Estado, de la policía y la alcaldía de la ciudad, ni mucho menos de sus medios haciendo alharaca con titulares. Eso, ni qué decir de las recompensas, como sí lo hacen con ciertos sectores y ciudadanos. No me canso de repetirlo, es más anteriormente lo expuse y no porque no tenga mas cosas que decir, es que la verdad deseo recalcarlo.
Es hora de que todas las víctimas de atracos y violencia social sean tratadas por igual, tanto por la alcaldía, la policía y los medios de comunicación. Además, es momento de que no solo se convierta en titular de primera linea el atraco a ciertos ciudadanos de clase alta en sus barrios de ricos y donde el apoyo y la reacción inmediata del establecimiento y sus medios es casi que "un cerrar filas para que no nos toquen a nuestra gente" .
Nota: Estamos como en la época del Imperio romano: la ciudad de Roma vivía en medio de una violencia social y delincuencia extrema, pero solo eran tenidos en cuenta e investigados los asesinatos y robos que correspondían a personas ricas, y los crímenes que tenían que ver con la política o altos miembros del ejercito romano. Estamos mal.
