El sábado pasado en el Hotel Tequendama Alirio Barrera, una vez terminó su intervención en el foro en el que el partido de Uribe se apoyaba a la fuerza pública todos los que lo habían ignorado apenas entró, se volcaron hacia él como si fuera una estrella del rock. Su sombrero de 50 mil pesos y sus botas de 100 mil fueron lo más visible en un foro emotivo donde Uribe intentó estar fuera de la contienda, marcar distancia desde su finca en Rionegro a donde se conectó por unos breves minutos vía Zoom.
Alirio, a diferencia del resto de candidatos, es una bocanada de aire fresca. En el escenario se veía la frialdad con la que lo trataba Maria Fernanda Cabal y también Rafael Nieto Loaiza quienes le hicieron sentir que estaba fuera de su Yopal natal, en donde es un campesino cualquiera, y en donde supo ser el gobernador más eficiente del país. Oscar Iván Zuluaga mostró su amabilidad pero la distancia que le tenían Cabal y Nieto Loaiza da qué pensar.
Dentro del uribismo, después del nefasto gobierno de Duque, se necesita un cambio real y Oscar Ivan, Cabal y compañía son más que lo mismo. Además el discurso de Maria Fernanda –quien ha ganado puntos en las últimas semanas- es anacrónico y nosotros necesitamos es más conciliación, echar pa’lante, ¿todavía vamos a gastar energía en los acuerdos de la Habana? Y lo que es peor, ¿todavía vamos a creerle a la gente que vive en el centro del país? ¿Y si optamos por la mal llamada Colombia Profunda, la que nunca pone candidatos?
Donde se descuiden de acá a noviembre Barrera les gana y eso que no han parado de subestimarlo. La carrera apenas empieza y lo único que necesita el exgobernador de Casanare es prensa. Con su historia de vida –padre maltratador, violencia, desplazamientos, amigos asesinados, infancia difícil- puede ser el protagonista de cualquier historia de esas que hacen los periódicos grandes de Bogota los domingos