¿Por qué le tememos tanto a la risa en las nuevas pedagogías?

¿Por qué le tememos tanto a la risa en las nuevas pedagogías?

Para el statu quo la risa, la ironía son la subversión, pues desdibujan el mundo convencional y abren a la posibilidad de lo desconocido, al poder inventivo

Por: Silvio E. Avendaño C
abril 04, 2023
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¿Por qué le tememos tanto a la risa en las nuevas pedagogías?

Supongamos que la pedagogía es la formación del yo, en el camino de aprender lo elemental: escribir, leer, matemática, más la épica religiosa y la epopeya patriótica.  Y, por el camino de los días. la repetición se cimenta, en el yo, la imagen del santo o del héroe, el sentido de la existencia que da el catecismo religioso y el catecismo patrio.

Pero el yo se halla en el mundo trágico, pues por el lomo de doscientos años de vida cabalga la sumisión. En tiempos recientes el neoliberalismo campea sus pilares: economía de mercado y democracia del voto. La prédica de la independencia ondea en la comunidad de la nación, pero en el áspero suelo importa el mercado mundial sin que interese el mercado interno, dado que, no hay interés por la agricultura ni la industria, ya que el modelo adoptado lleva a que no haya trabajo ni creación colectiva. Y desde esta óptica, en los centros comerciales las multinacionales ofrecen sus mercancías, mientras la informalidad, el rebusque y la corrupción extienden sus toldos en la cotidianidad.

Y, la formación del yo, en la religión de la salvación y la religión de la patria lleva a la mansedumbre y al pregonado ciudadano. Más si se tiene sensibilidad, con el paso de los días se siente y percibe en la piel la tragedia que cimbra y lleva a la ruptura del actuar ingenuo.  Hay una grieta en la intimidad, en el yo, pues la sensibilidad percibe el caos externo. Un mundo contradictorio, antagónico, conflictivo. Podría decirse que se transfigura el yo ingenuo y creyente, cuando encuentra ante sí, lo desastroso, no solamente ridículo, sino también, cruel. Esta situación constituye la fractura, pues el yo, se halla entre aquello que se ha construido, ese mundo al que se ha amoldado.

De modo que, en el suelo del yo se agrieta, se desfonda. La mansedumbre y seguridad quedan desdibujadas. Las cosas y los sucesos pierden su peso natural. Esta caída lleva a dejar atrás la bondad de las creencias del orden establecido y a sumergirse en la arrebatadora confusión del desconcierto. Al mismo tiempo que las cosas se miran con distancia ya que se percibe lo ridículo, por ejemplo, en la manipulación de los medios de comunicación, que manejan la apariencia, la desinformación para que el yo acepte y se pierda en el laberinto de la irrealidad. En pedazos queda la mirada, forjado en la creencia de los valores religiosos del señor del otro mundo y en los caminos de la patria. El yo se encuentra ante lo inhumano y es entonces cuando desde el fondo de la subjetividad surge la risa. Para el statu quo la risa, la ironía, la burla, la caricatura son la subversión, pues ésta desdibuja el mundo convencional y hueco y, abre a la posibilidad de lo desconocido, al poder inventivo, al poder de crear otra realidad.

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