Todo medio de transporte ha ido evolucionando en la medida de las necesidades de espacio, maniobrabilidad y costo de traslado de un sitio a otro. Y allí en medio de estas 3 características, nace la motocicleta que, en tiempos de guerra, facilitó el envió de ordenes para ganar batallas. Luego, el envió de misivas y paquetes pequeños fue ganando adeptos hasta el punto de crearse compañías dedicadas a esta actividad económica.
¿Pero por qué un modelo de transporte económico y funcional tiene tantos prejuicios en Colombia? Sin ir muy lejos y abordando la lectura (Códigos de transito) de aquellos países del viejo mundo, donde su reglamentación y uso está tan bien diseñado, y, adicional a esto tan respetado, puedo decir que aun NO entendemos el valor de la vida por encima de las prestaciones de movilidad que da estos aparatos. Y se ha perdido este valor porque el mismo Estado ha burocratizado y delegado a terceros el modelo de enseñanza. (No es malo, pero al fin de cuentas es una empresa que crece o se quiebra por la cantidad de clientes “satisfechos” que obtenga).
Por encima del apoyo o desprecio que se sienta hacia la motocicleta, debemos entender que de nada sirve generar medidas restrictivas más severas o multas más altas si no cambiamos el modelo de aprendizaje de la conducción de este tipo de vehículos, donde el respeto y tolerancia sean los pilares del modelo.
No estuve en el #PlanTortugaMotos2016 porque, respetando las quejas de todos, entendí que este fue el resultado de un anterior plan tortuga, donde lo pactado (más que razonable) fue incumplido ya que los intereses económicos de Movilidad, Policía de Tránsito, Empresas de Grúas y Patios oficiales se verían afectados. Y nada más rentable para ellos que resaltar las fallas (muchas de ellas corregibles en el sitio) a nivel económico y no lúdico como debe ser la concientización de los errores no fatales.
Acaso no es común ver infractores motorizados congestionando la movilidad buscando espacio para un curso, que les habilite el descuento del 50% o 25% y saliendo en desbandada hacia los patios para poder retirar sus vehículos? ¿O han visto a la mitad de ellos por faltas menores como un visor oscuro, las letras del casco, el olvido de un documento, una direccional fundida haciendo trabajo social en las vías?
Pensemos por un momento por qué en países de primer mundo aún se dictan cursos de hasta 6 meses para poder conducir una motocicleta. Y al ser evaluados no los pasan raspando, sino que los devuelven para que durante otros 6 meses refuercen sus falencias. Por un periodo no menor a 2 años, debe conducir una moto de un cilindraje menor, el cual no debe reportar ningún tipo de incidente y mucho menos accidente, para que tenga el derecho de ser evaluado y subir a un cilindraje mayor.
Por si no lo sabían, aquí el Estado le dio aval a las escuelas de conducción de formar motociclista idóneos y respetuosos de la ley vial, con un mínimo de 10 horas prácticas con 30 horas teóricas “Estas ultimas no llegan las 3 horas” y que así no haya aprendido nada (como ya pagó) le da el derecho de salir a comprar la moto que se le dé la gana, por que su licencia está categorizada con la A2. “Es decir de 50 cc hasta 2.000 cc”.
Cómo pretende el Ministerio de Transporte y de Salud, que no seamos unos de los primeros porcentajes de accidentalidad si ellos mismos le dan permiso a otros de formar motociclistas sin bases teóricas y prácticas de comportamiento seguro y respeto por la vida. Si no cambian el modelo de enseñanza vial, su propósito de reducir la tasa de accidentalidad al mínimo aceptable nunca lo van a cumplir y seguiremos siendo un problema de salud pública nacional.
No está de más resaltar que hoy en día se busca que un pequeño grupo de moteros organizados (clubes) reciban capacitación para replicar a otros, pero somos un porcentaje mínimo de la gran mayoría, que NO le interesa aprender, porque están convencidos que saben demasiado y vaya uno a cometer error de corregirlos, sale insultado, humillado y hasta amenazado por querer darles algo que les pueda salvar sus vidas.
