El Paisa, el bombardero detrás del atentado al club El Nogal

El Paisa, el bombardero detrás del atentado al club El Nogal

Se acogió al proceso de paz pero tras la captura de Santrich volvió a las armas dejando los proyectos productivos. Se cumplen 17 años del ataque en Bogotá

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febrero 07, 2020
El Paisa, el bombardero detrás del atentado al club El Nogal

Iván Marquez está convencido de la inocencia de Jesús Santrich y es por eso que volvió a tomar las armas desde agosto de 2019 cuando salió en un video acompañado de varios guerrilleros entre ellos El Paisa con quien se encontraba en la clandestinidad porque cree que todo es un montaje contra ellos para torpedear el acuerdo de paz que firmaron el 30 de noviembre del 2016.

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Iván Márquez y Santrich en las selvas de Colombia durante el proceso de reincorporación que abandonaron

Al paisa lo bautizaron Hernán Darío Velásquez Saldarriaga cuando nació en Medellín hace 50 años. A los 14, después de perder el año escolar y convencido de que él para el estudio no servía, viajó a Santa Marta con el firme propósito de ser marinero y conocer los mares del mundo en un barco. Se ganaba la vida de mesero en bares de mala muerte y cargando buques con mercancía. Una vez uno de sus clientes le dijo que para taparse de plata, el negocio era cultivar marihuana. Si quería, podía ayudar a sembrarla. Sin dudarlo dijo que sí. A lomo de mula se internaron en la selva y llegaron a Fundación en plena Sierra Nevada. Abrieron la tierra, compraron las semillas con los ahorros que tenían, las sembraron y justo cuando esperaba que retoñaran las flores, una avioneta pasó, fumigó con glifosato, y dejó el cultivo convertido en cenizas.

Por esa época, a los 17 años, oyó hablar por primera vez de las Farc.  Nunca le interesó la ideología sino la posibilidad, como cualquier aventurero, de hacerse rico. Con los restos del naufragio  que le significó el cultivo de marihuana, se compró un pasaje en Avianca hasta Villavicencio. De ahí bajó hasta el Guaviare. Ubicar a las Farc no le resultó tan fácil y le tomó un año contactar el Frente Primero perteneciente al Bloque Oriental del Mono Jojoy. “Si usted quiere ser guerrillero –le dijo Juvenal, el comandante del frente- tiene que demostrarlo. Paso en medio año, si no se ha aburrido de la selva ahí vemos”. No se aburrió. Lo incorporaron pero eso si le advirtieron que no podía tener un arma. No había. Hernán Dario, o El paisa, como siempre le habían dicho, no se amilanó y le dijo que si le daban dos hombres él podía robarle las armas a la policía de El Retorno, la vereda que quedaba más cerca del campamento guerrillero. Sorpendido ante la decisión del muchacho, el comandante lo autorizó.

Le dieron una pistola pequeña. El Paisa ya sabía que los policías se encontraban en el único prostíbulo del lugar. Había dos agentes cantando rancheras y empachándose de aguardiente en un ambiente que se tornaba aún más sórdido con la luz roja que proyectaba el único bombillo del local. Llegaron por detrás y los encañonaron. Les quitaron las pistolas y además un armamento extra que traían. Cuando llegaron al campamento el Comandante Juvenal les había organizado una fiesta. El Paisa iba a ser un guerrillero arrojado.

La primera vez que apareció su nombre en los periódicos fue en julio de 1989 cuando fue capturado por la Policía después de liderar La operación Jamaica por la que iban a ingresar al país 10.000 fusiles y 250 morteros. Llevaba cinco años en las milicias urbanas de esa guerrilla.  Lo encerraron en La Modelo y allí conoció a un hombre de apellido Henao que resultó ser uno de los cuñados de Pablo Escobar; compartió patio con otros hombres del Cartel de Medellín y un primo de Gonzalo Rodríguez Gacha. Desde esa época surgió la versión –nunca confirmada- de que el paisa había sido un gatillero de confianza de Pablo Escobar. Se fugó de la cárcel y se internó de nuevo en la selva.

De regreso a la selva y probado su arrojo le fue confiado en 1993 la recién creada columna Móvil Teófilo Forero, una unidad élite integrada por los mejores hombres de las Farc que tenía en un principio la misión de cuidar al Secretariado pero que El Paisa transformó en una unidad de ataque con 600 hombres que protagonizó, según las autoridades, algunos de los episodios más crueles, violentos y oscuros de la guerra en Colombia tanto en el campo como en la ciudad.

El prontuario del Paisa y la Teófilo Forero será un capitulo extenso y complicado en la JEP: La explosión de una casa-bomba en Neiva que dejó 18 muertos y 45 heridos; el ataque con granadas a los establecimientos Bogotá Beer Company y Palos de Moguer en plena Zona Rosa de Bogotá que mató a una mujer e hirió a 73 personas; la bomba al Club El Nogal que dejó 37 muertes, el ataque más temerario que se hizo en pleno norte de Bogotá. En Puerto Rico, Caquetá, guerrilleros de esa columna asesinaron  a cinco concejales el 24 de mayo del 2005;  la muerte del senador Jaime Lozada; el asesinato de Liliana Gaviria, hermana del ex presidente Cesar Gaviria, el asesinato en noviembre del 2009 del gobernador del Caquetá Luis Francisco Cuellar, además de innumerables secuestros y tomas guerrilleras que tiene documentada la Fiscalía y que muy posiblemente aumentaran cuando las víctimas empiecen a relatar en el Tribunal de la verdad y la JEP.

Cuando empezaban a anunciarse los diálogos de paz en La Habana, se filtró la información del resquemor que podía generarle al Paisa y a sus hombres el desarme. Su visita en abril del 2016 a La Habana aplacó un poco los comentarios sobre su renuencia a la paz. Su participación fue discreta, casi secreta y nunca tuvo contacto con periodistas, a excepción de casi todos los demás comandantes de las Farc.

Una vez firmada la paz se concentró con sus hombres desde marzo de 2017 en la zona de concentración de Miravalle en Caquetá, el mismo punto donde siempre permaneció pero las autoridades no lograron ubicar. La desconfianza y la conciencia de los miles de enemigos que tiene, lo obligan a mantener un sigilo permanente. El mismo que lo llevó a abandonar la zona por motivos de seguridad el pasado viernes 27 como lo reconoció el propio Timochenko en un trino. Al tiempo de mantenerse en una alerta permanente desarrolla en esta zona un proyecto productivo agrícola que reúne buena parte de su columna a sabiendas que su destino está en la región donde ha permanecido toda su vida en armas, desde cuando las empuñó hace 35 años.

Ahora abandono los proyectos productivos los cuales desarrollaba en las selvas del Caquetá y en compañía de Santrich, Márquez y otro puñado de guerrilleros volvieron a las armas, porque según ellos, no había garantías de lo firmado el pasado 30 de nov. de 2016.

Nota publicada originalmente el 31 de oct. 2017

Vea también: 

Mi viaje con los exguerrilleros del Paisa por el Caquetá

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