Cuando las cosas no se hacen bien, para perjuicio de la ciudad por errores de administraciones anteriores, las autoridades de turno deben ser las primeras en corregir el problema e incluso denunciarlo. De lo contrario, se vuelven cómplices del detrimento patrimonial para la ciudad.
Y esto ocurre con las canecas metálicas que se instalaron por doquier desde la administración de Enrique Peñalosa, sin un estudio serio que justificara semejante despilfarro, canecas que además se han robado por montones y siguen siendo reemplazadas precisamente por quienes se vieron favorecidos con los contratos para proveerlas.
La propia directora actual de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP), Luz Amanda Camacho, reconoció, en entrevista previa, que la instalación de tantas canecas estuvo marcada por la improvisación, sin un estudio sólido que la justificara.
Tanto así que ese contrato en teoría ya se acabó, pero el ciudadano de a pie lo que percibe, es que esas canecas se siguen instalando y reinstalando.
Y lo peor de todo es que, a solicitud expresa de esa información desde hace más de cinco meses (octubre de 2021, según consta en diversos correos), la UAESP se ha mostrado opaca (o por lo menos poco diligente) en responder a preguntas como ¿a qué empresa o empresas se adjudicaron los contratos de provisión e instalación de canecas metálicas?, ¿a cuánto asciende o ascendió el valor de los mismos?, ¿tiene algún exfuncionario distrital relación cercana con los contratistas que se vieron favorecidos? ¿O tienen estos antecedentes cuestionables?
A los funcionarios de la administración anterior que diseñaron los términos de la licitación para la compra de estas canecas les cabe una responsabilidad ineludible por detrimento patrimonial, por las muchas irregularidades que enlodan ese proceso.
¿Por qué instalar tantas canecas en una ciudad con antecedentes de robo de inmobiliario urbano metálico que hacían prever que iban a ser vandalizadas? ¿El precio facturado corresponde a su costo real o han sido sobrefacturadas? ¿Por qué seguir premiando con el reemplazo de las canecas robadas al mismo proveedor? Un verdadero círculo perverso.
Y por si fuera poco, con tanta caneca, ahora Bogotá está más sucia que nunca, por todos los residuos que comercios o restaurantes dejan ahí arrumbados en lugar de entregarlos a los camiones de recolección y pagar por ello, que es lo correcto.
La ciudadanía sigue a la espera de que se conozca toda la verdad sobre este lamentable caso de mala planeación y despilfarro de recursos públicos y de que incluso se diriman responsabilidades ante la justicia.
