La sapiencia de los refranes, responde a la centenaria verificación por parte del pueblo, de su veracidad y, de ahí, la fuerza de su enseñanza.
Uno de los refranes más afianzados en la conciencia de las diversas poblaciones es: “más vale prevenir que curar o lamentar”, expresión que debe servir de guía para quienes tienen en sus manos la toma de decisiones en el manejo de los recursos del Estado.
Los constituyentes de 1991 fueron creativos con sus valiosos aportes que produjeron cambios sustanciales en favor de los derechos humanos, especialmente en la protección de las personas más vulnerables, generando un alivio y esperanza para esta población.
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Pero lamentablemente no le dieron una correcta aplicación al citado refrán, invirtiendo el cambio del control fiscal previo y perceptivo por el control fiscal posterior selectivo, dando vía libre a la salida irregular de los dineros del erario público.
El suculento plato que sirvió la Asamblea Nacional Constituyente para satisfacer la apetencia corrupta de la clase dirigente colombiana, sentó las bases para que en todo el territorio nacional empezara a reproducirse constantemente la más diversa familia de elefantes blancos.
El control fiscal posterior y selectivo permite que los elefantes blancos nazcan y se reproduzcan, sin que nada se interponga en su proceso de robusto crecimiento, pues la ley, solo permite develar sus esculturales figuras, cuando nadie se atreve a enfrentarlos, porque el osado que lo haga, será víctima del poder e ira de los avezados criadores de tan detestables criaturas.
Al interpretar objetivamente la difícil situación financiera por la que atraviesa Colombia y ante la agresividad de la corrupción que sustrae anualmente $50 billones de pesos de las arcas del Estado, es difícil alcanzar los cambios fundamentales que se ha propuesto el actual gobierno para mejorar las condiciones de vida del pueblo, cuando la reforma tributaria, que le exige grandes sacrificios a los contribuyentes, solo alcanzará a recaudar el 50 % de lo que sustraen los corruptos.
Ante la situación expuesta, lo apremiante, no se reduce a lograr la aprobación de la reforma tributaria, sin que se les cierren las puertas a los corruptos, y el mecanismo más eficaz para bloquear la galopante corrupción, es el de restablecer el control fiscal previo y perceptivo.